El FMI cambia dinero por ética

JR Mora

Una de las organizaciones que gobiernan países y mercados sin el voto ni consentimiento de los ciudadanos es el FMI. Ese organismo, que hasta hace poco parecía estar sumergido en una crisis por el escándalo que provocó la detención de su ex-director, el francés Dominique Strauss-Kahn, acusado de violación, parece haber encontrado la solución perfecta para salir de ella. La también francesa Christine Lagarde, que para no cometer errores como el de su colega tendrá un sueldo un 11% mayor. La nueva directora del FMI cobrará un salario anual de 323.485 euros más un suplemento de 57.912 euros que no tendrá que justificar y por ello se le exige unos “estándares de conducta y ética”.

Esto da que pensar. ¿Será que Dominique Strauss-Kahn no cobraba lo suficiente como para no encontrarse en estos momentos bajo el punto de vista de la opinión pública internacional por dudosos comportamientos? ¿La conducta y la ética de los dirigentes que mueven la política y la economía de este mundo dependen de sus ingresos? Y si es así ¿dónde queda la vocación de servicio a la ciudadanía?

Los hechos parecen dejar bastante claro que hasta que le han subido el sueldo a Lagarde la ética no existía en el FMI. Y hay pruebas de ello. Marzo de 2009. El Fondo reconocía no haber sido incapaz de ver la crisis que se avecinaba, vamos que no reconoció el peligro. La mayor concentración de doctores en finanzas del mundo y nada de nada. Inútiles perdidos. Por otro lado. Junio de 2010. El FMI  promueve la austeridad fiscal presionando a los gobiernos como solución a la crisis. Más impuestos, menos derechos sociales.

Y después de enormes meteduras de pata, imposiciones antidemocráticas, secuestros de los derechos sociales a la ciudadanía, escándalos sexuales y la imposición de una austeridad con la que no predican en absoluto tenemos que aguantar que su nueva directora se suba el sueldo para que su conducta sea ética. Lo que no entienden estos señores y señoras es que donde no hay vergüenza no puede haberla por mucho dinero que se ponga encima de la mesa.