Revista Insólito

El fracaso del éxito

Publicado el 05 mayo 2016 por Danila Hernandorena @universointerio

¿Por qué será que la pregunta más frecuente que le hacemos a los demás es: "qué haces"?. En vez de "¿cómo estás?" o algo parecido.

Nos hemos convertido en una sociedad donde, si no tenemos nada interesante que contar sobre todas las actividades que desarrollamos, pareciese que no tenemos identidad ni categoría. ¿Cuándo fue que pasó a ser más importante el hacer que el ser?.

Y ahi vamos, como locos, permanentemente buscando que hacer. Con esto no estoy diciendo que hacer cosas que nos hagan sentir alegres y satisfechos no sea bueno. Pero cuando nos encontramos continuamente buscando una actividad para existir, ¡hay un problema!. Cuando constantemente tengo que hacer y hacer para recibir aplausos y elogios, peor aun. Puede llegar a ser muy agotador.

En muchos momentos de mi vida he sentido incomodidad ante esa insistente pregunta "¿que haces?. Y en más de una ocasión me encontré preguntándome "¿todo el tiempo tengo que estar haciendo algo?". Quizás no estaba haciendo algo "importante", pero ante la insistente pregunta del otro en escuchar sobre alguna actividad intrascendente, me encontre buscando e inventando alguna ocupación para satisfacer a mi interlocutor.

Llenarse de tareas para este mundo ruidoso e inquieto se asocia con el éxito. Contar, mostrar y decir que estás en permanente movimiento es de exitosos. ¡Pero paremos la bola!, ¿sabemos quiénes somos?, ¿qué nos pasa?. Conocemos tan poco del ser que habita dentro que sufrimos y no sabemos por qué. Enfermamos y desconocemos las causas, necesitamos psicólogos para que nos expliquen lo que nos pasa, que nos decodifiquen nuestras propias emociones, ¡un desconocido sabiendo más que nosotros mismos!.

Si eso es ser exitoso, honestamente deseo ser un fracaso. Hay quienes me van a decir "del aire no se puede vivir" y no digo que el ser humano pueda vivir del prana, pero parar de vez en cuando es indispensable. El alimento espiritual también hace falta, no alcanza con alimentar las necesidades básicas. Parar la rueda, un poco de quietud, para conectar con el alma también es imprescindible y la quietud es la forma de escucharnos.

Buscamos llenarnos de actividades para distraernos de nuestros propios conflictos. Es la manera que encontramos para seguir dormidos, anestesiados del dolor al que nos resistimos a enfrentar. Despertar la consciencia puede doler a veces y la manera que encontramos para escapar y no enfrentarnos con nosotros mismos se llama "llenarme de actividad". Un poco de quietud para escuchar las respuestas que solo el silencio puede darme es el camino a sanar y conocer a ese ser que está escondido, esperando ser atendido.

No somos lo que hacemos, somos lo que sentimos cuando lo estamos haciendo. Cuestionarse si eso que estoy haciendo es auténtico es sintonizar con nosotros mismos, así que la próxima vez que sientas la necesidad de parar la rueda, hazlo, ¡frena!. Es tu alma pidiéndote que hagas una pausa para tomar la mejor decisión que haga falta. Y no te olvides que antes de hacer sos Ser y al ser nada pero nada le hace falta.

El fracaso del éxito

Dice Donald Walsch

El ser atrae al ser, y produce experiencia. No estás en este planeta para producir algo con tu alma. Tu cuerpo es, simple y llanamente, el instrumento de tu alma. Tu mente es la fuerza que hace que el cuerpo funcione. De modo que lo que tienes es una poderosa herramienta utilizada en la creación del deseo del alma.

Si eliges la evolución ( la evolución de tu alma) no vas a conseguirlo a través de las actividades mundanas de tu cuerpo. Hacer es una función del cuerpo. Ser es una función del alma. El cuerpo siempre está haciendo algo. Cada minuto de cada día tiene algo entre manos. Nunca se detiene, nunca descansa; constantemente está haciendo algo. O bien hace lo que hace por mandato del alma, o bien lo hace a pesar del alma. La calidad de tu vida depende de qué predomine en este equilibrio.

El alma siempre está siendo. Esta siendo lo que está siendo independiente de lo que haga el cuerpo, no a consecuencia de lo que haga el cuerpo. Si piensas que tu vida se basa en el hacer, no entiendes de qué se trata.

A tu alma no le importa lo que hagas para ganarte la vida (y cuando tu vida termine, tampoco a ti te importará que hayas hecho). A tu alma sólo le importa qué eres mientras haces lo que hagas para ganarte la vida. Lo que el alma busca es el estado del ser; no el estado del hacer.

¡Bendiciones infinitas!

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