EL FUEGO
En la esquina más distante del pampón Se ha levantado el montículo Nunca hemos sabido quién lo inicia Pero otra vez Se ha hinchado y Cubierto de moscas y un día Todos corremos a contemplar el fuego Que con sus mudas lenguas rojas Nos llama desde el ancestro No hay ningún rito Pero asistimos a la quema del basural Con la seriedad de la infancia que Presencia el tránsito asombroso De la materia convirtiéndose en ceniza y El olor a podredumbre en densa Humareda que lentamente alcanzaba Las estrellas Era una hoguera enorme que ardía en las pupilas Y en los cabellos y la piel el olor Del humo iba de vuelta Con nosotros al hogar A su candelita de cocina a querosén que Enlutaba de tizne la sala-cocina-comedor de mamá Haciéndola renegar que “Su papá es un muerto en vida” Hasta la hora de irnos a dormir Desde mi cama Pensando que nunca sabríamos quién Renovaba el cerro de basura Redivivo siempre sobre la ceniza muerta Yo atisbaba insomne el postrer humo de La hoguera al fondo Del hueco de la ventana Y el chirrido de la puerta de la calle En medio de la alta noche Me develó por fin el misterio: Aterido, con una fétida bolsa negra en brazos Era papá quien Salía a inaugurar el túmulo.
LC
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