Un fugitivo lleva huido 90 minutos. La velocidad media campo a través, si no está herido es de 6 Km /h. Eso nos da un radio de 9 Km. Lo que quiero de ustedes es una búsqueda exhaustiva de cada gasolinera, residencia, almacén, granja, gallinero, cobertizo y caseta de perro de esa zona. Habrá controles cada 20 Km. El nombre del fugitivo es Doctor Richard Kimble. Cójanle”.
A veces te preguntas adónde va la carrera de ciertos actores y actrices consagrados en Hollywood. Por ejemplo, Tom Cruise no ha hecho nada relevante desde hace años. Películas taquilleras sí, pero no es lo mismo que algo que merezca la pena recordar. Las franquicias te mantienen vivo en el recuerdo del público y de los productores, que son quienes te ayudan a pagar las hipotecas de tus megamansiones, pero a la hora de méritos fílmicos, descubres que Cruise está en muy baja forma. Brad Pitt y Angelina Jolie podrían ser otras de esas personas que no se sabe muy bien adónde van, y tal vez sea porque cuando llegas a lo más alto ya no tienes ningún camino que seguir y el resultado es ir dando bandazos, por mucho que Pitt se interne en películas extrañas que es la que salvan su carrera hablando artísticamente.
Con Harrison Ford podría pasar lo mismo, aunque hay una diferencia. Ford ya es un hombre mayor al que se la sopla todo, y que no tiene nada que demostrar. De hecho, esa faceta suya siempre ha sido un rasgo principal de su carácter, porque siempre ha hecho de personas un poco cansadas de la vida y de vuelta de todo, a la que no le importa nada o, mejor dicho, no le sorprende nada. Ford, al contrario que muchas grandes estrellas de Hollywood, es poseedor de una serie de peliculones en su biografía que ya las quisieran muchos, y El Fugitivo es una de ellas.
En ella, Ford interpreta a Richard Kimble, un prestigioso cardiólogo condenado a muerte por el asesinato de su mujer, que él dice no haber cometido. Cuando es trasladado a una nueva prisión, su autobús se estrella y él logra salvarse, pero no para entregarse de nuevo sino para buscar él mismo al asesino de su esposa y averiguar quién le quiere muerto.
La historia en sí no es original, ya que procede de un famoso serial televisivo que mantuvo a los espectadores pegados a la pantalla, como ocurre de forma periódica en la televisión, pero esta adaptación logra resumir el espíritu de la serie y entregarnos una película con calidad, bien hecha, y con un Ford soberbio. Se trata de un film de acción e intriga que no sufre de los excesos del cine actual, metiendo planos que no duran más de un segundo, sacudidas de cámara y CGI cutre que debe estar ahí en la creencia de que un camión explotando en el tráiler hace que la gente acuda en masa a las salas.
Tommy Lee Jones interpreta a Gerard, el hombre destinado a cazar a Kimble, a quien no le interesa ni siquiera comprobar si es inocente o no. Su trabajo consiste en cazar fugitivos, y es lo que mejor se le da. La química entre estos dos actores es la que mantiene en pie la película, quizá porque Jones siempre ha parecido demasiado serio, y Ford es, en esencia, un hombre normal y corriente que un día empezó a trabajar de actor, así que sabe muy bien cómo interpretar a un médico en problemas, o a cualquier tipo de persona corriente sometida a una situación que escapa a su control. La búsqueda del hombre manco, el responsable de la muerte de su mujer, queda salpicada de algunas set pieces memorables ya en la historia del cine, como lo son el salto desde la presa y el desfile del día de San Patricio, y como tales, han sido parodiadas en infinidad de ocasiones. Jones ganaría el óscar por su interpretación en esta película, y nos dejaría frases tan míticas como las que abre este post.
El fugitivo es una gran película, procedente de una época en las que los guiones se pulían al máximo antes de empezar a rodar, y donde los personajes no están pensados para vender muñequitos en las próximas navidades (aunque tiene gracia que lo digamos de Han Solo). La trama está bien hilada y los actores cumplen con su trabajo, y por muchas versiones que se hagan sobre la historia del doctor Richard Kimble (que se harán, vivimos en la época de los remakes) no creo que superen a la versión de Harrison Ford, no por nostalgia, sino por un palabra que cada vez parece estar más desaparecida en los estrenos cinematográficos: calidad.