Hans Ulrich Obrsit, Tanya Barson y Maria Inés Rodríguez fueron los tres elegidos para este evento, debido a su gran reputación en el circuito curatorial internacional.
Hans Ulrich Obrist (co-director de la Serpentine Gallery, Londres), la revista ArtReview lo nombró como uno de los personajes más poderosos del mundo del arte. Es reconocido por sus libros Interviews en donde conversa con arquitectos, artistas, filósofos y cineastas, entre otros. Trabajó 13 años como curador de Museo de Arte Moderno de París y también trabajó en Manifesta 1, la bienal europea itinerante de arte contemporáneo.
Tanya Barson (forma parte del equipo curatorial de la Tate Modern, Londres). Actualmente trabaja adquiriendo piezas de artistas latinoamericanos para la colección de la galería. Ha co-curado la exposición del prestigioso Premio Turner.
Maria Inés Rodríguez (Conservadora Jefe del MUSAC, León), colombiana, graduada en Artes por la Universidad de los Andes, trabajó también como curadora de la Programación Satellite del Jeu de Paume de París y de la Colección Berezdivin, Espacio 1414 de San Juan, Puerto Rico. Sus intereses como curadora giran en torno a la apropiación del espacio público, la arquitectura y el urbanismo. Ha trabajado en las publicaciones Point d’Ironie, Tropical Paper Editions e Instant City.
Tras la celebración, Ximena Gama, a través de la revista Arcadia.com ha publicado su opinión del encuentro y su implicación en el contexto colombiano:
Los retos de las instituciones para dar cuenta del arte contemporáneo cada vez son mayores. El museo de ahora tiene que ser perverso en el significado literal de la palabra, es decir, tiene que romper las costumbres, el orden y el estado cotidiano de las cosas. Sin ser ya una simple reordenación de imágenes o preservador de memoria, rompe la mirada y empieza a involucrar al espectador de distintas maneras. Muchas de las exposiciones de Serpentine Gallery en Londres lo ilustran perfectamente. Sus proyectos de verano como “Park Nights” y los pabellones que son construidos por artistas y arquitectos invitados como Kjetil Thorsen and Olafur Eliasson en el 2007 o Frank Gehry en el año siguiente, invitan al público a participar en la galería de manera muy distinta. Este año el construido por Jean Nuvell se convirtió en un lugar donde la gente experimenta un espacio arquitectónico de una manera que no se podría hacer en una exposición de la galería o en un edificio que está destinado para otro tipo de consumo. Con la misma lógica de un parque, en estos tres meses los visitantes lo contemplaron y lo caminaron, se sentaron a tomar café y hasta jugaron ajedrez.
Es el espectador quien activa la muestra, la mueve. Por ello las instituciones tienen que renunciar a actuar como una vitrina donde se exponga algo que ya sucedió y hacer que la obra salga al encuentro de manera diferente. No pueden refugiarse únicamente en el pasado sino que tiene que ponerse al mismo nivel de los nuevos gestos contemporáneos, mover sus colecciones permanentes y hacer muestras que inviten a una construcción de miradas y de otras narrativas.
Ulrich Obrist lo retrató de manera muy acertada como una cápsula de tiempo. En ese caso, el museo tiene la función de transportar lo de antes a un ahora y llevar ese ahora a un futuro. En otras palabras, le de las posibilidades a la obra para que esta siempre esté sucediendo. Esta idea, difícil de comprender se hace más sencilla a través de las mismas obras de algunos artistas. Una de las más significativas, que no fue mencionada en la conferencia pero que es altamente recordada, es aquella comisionada a Francis Alÿs por el Moma en el 2002, año en el que el museo trasladó su colección a la sede en Queens debido a los trabajos de remodelación del edificio de la 53 con quinta avenida. Project 76 fue una procesión que llevaba replicas de obras iconos de la historia del arte como Picasso y Duchamp y que salía de Manhattan, atravesaba el puente de Queensboro y llegaba a Queens. Fue en este movimiento en el que Allÿs insertó estas obras en otros contextos, las sacó de su lugar original y las puso en un diálogo público, de la calle. Todos aquellos que se unieron a la procesión se apropiaron y reactivaron de nuevos estas obras.
En Colombia ha habido un esfuerzo por parte de instituciones, museos y galerías para llevar a cabo todas estas prácticas. El año pasado Lugares comunes abrió una ventana para que el público participara en instalaciones que distintos artistas realizaron en algunos espacios públicos de Bogotá - la casa construida por el artista japonés Tatzu Nishi en la punta de la iglesia de San Francisco, según la página oficial, la visitaron 6000 personas- o las iniciativas de la ya clausurada Galería AlCuadrado que durante casi 10 años realizó valientes propuestas artísticas en espacios públicos no tradicionales. La biblioteca Luis Ángel Arango está trayendo propuestas novedosas como la de Francis Alÿs el año pasado y está abriendo el espacio a nuevas miradas curatoriales, un ejemplo fue Habeas Corpus que tengas [un] cuerpo[para exponer] con José Alejandro Restrepo y Jaime Borja quienes sin ser curadores de oficio -Restrepo es más conocido por su trabajo como artista y Borja como historiador-, realizaron una desgarradora muestra sobre el cuerpo desde el barroco hasta el día de hoy. Durante el tiempo de la exposición obras tan poderosas como “El Juicio Final” de Gregorio Vázquez de Arce y Ceballos dialogaron con los “Huesos” de León Ferrari y algunos registros de perfomances de la yugoeslava Marina Abramovic, entre otras. También valdría la penar recordar las propuestas de algunos salones nacionales como aquella del año 96 donde Danilo Dueñas expuso “Trailer Exhibition” y Luis Roldan “Calendario” en un pabellón de Corferias. Hechos que valen la pena traer a la memoria para que de una u otra manera no se pierda el rumbo.