Una vez, en una entrevista, Steve Jobs dijo que "los ordenadores son como bicicletas para la mente", refiriéndose a su capacidad para adquirir y procesar información a mayor velocidad que la que es capaz la mente humana por sí misma. Al hablar así, quiero creer que Jobs, de modo implícito, también llevaba la idea de que los ordenadores y con ellos Internet son mecanismos con los que el ser humano podría alcanzar más altas cotas de conocimiento y acelerar así las potencialidades que lleva intrínsecas su cerebro. ¿Es ello así? ¿Sin contrapartida alguna para el buen funcionamiento de ese mismo cerebro?
Internet está ahora en el ojo del huracán crítico de muchos estudiosos, pues es bien cierto que no se sabe qué cambios, a largo plazo, puede producir en los niños durante el desarrollo de máxima plasticidad del cerebro y más todavía en los adolescentes (periodo este último de cambios neuronales profundos que llevan al éxito o al fracaso en su acoplamiento a la sociedad y la cultura en que viven). Y es que muchos padres comienzan a ser conscientes del tiempo que sus hijos pasan delante de una pantalla de ordenador navegando en busca de información, contactando con otras personas a través de Facebook o Twitter, o simplemente bajando juegos de la red. Ese tiempo son muchas horas que en muchos casos puede oscilar entre 3 y 7 al día.
Lo cierto es que este es un tema de debate actual. Y que comienzan a levantarse voces, enpro y en contra, sobre el uso indiscriminado de Internet. Por ejemplo, de modo muy reciente se ha señalado que esta herramienta y la bajada constante y sin control de videojuegos por los niños puede potenciar el desarrollo de conductas agresivas y adictivas. De hecho ya más de 25 millones de niños han sido diagnosticados del Síndrome de Adicción a Internet en China con el consiguiente desarrollo, como toda adicción, de conductas antisociales. Y sin llegar a ese síndrome, se está alertando sobre el posible daño que significa construir en sus mentes esa vía de relación personal que es digital y no real a través de medios como Facebook o Twitter. Esta es una relación artificiosa y artificial y sesgada. Y hay datos mostrando que en algunos niños el uso excesivo de estos medios conduce a desarrollar una personalidad de pronunciado narcisismo y baja autoestima. Los así llamados medios sociales son procesos de relación con los que los niños construyen en sus cerebros un mundo alejado de la riqueza de matices que tienen las relaciones personales directas, lo que implica una cierta pobreza en el desarrollo de una verdadera empatía y de los tiempos necesarios para la toma de decisiones reales. Y sin duda, y no menos importante, obstaculiza el desarrollo de una libertad real confrontada siempre con la libertad de un otro real y no electrónico. Y todo ello comienza a ser señalado cognitiva y emocionalmente como malo. No que estos medios no sirvan para relaciones con quienes, por ejemplo, están geográficamente muy alejados, que obviamente sí, pero no para personas del entorno cercano en una sociedad concreta que no se conocen ni, posiblemente, se vayan a conocer nunca. Es más, el hecho de que cuanto se publica en Internet no venga regulado y se pueda publicar cualquier cosa, da lugar, como poco, a una información tergiversada y falsa, lo que en niños puede tener una repercusión educativa importante.
Añadido a todo esto está la alarma levantada recientemente acerca del cambio que Internet produce sobre los mecanismos de atención cerebrales. Y es que navegar por Internet requiere de un foco atencional muy corto y siempre cambiante y ello va en detrimento del desarrollo de una atención sostenida, ejecutiva, que es la que se requiere para el estudio. De hecho, se está comenzando a hablar de una nueva forma de atención producida por Internet. Y esto no es baladí, pues conocemos que hay muchos y varios tipos de atención con circuitos neuronales específicos y que el entrenamiento excesivo de unos pudiera ir en detrimento del funcionamiento de los otros y de los procesos de aprendizaje y memoria. Es más, se ha sugerido que todo ello pudiera repercutir en la atención de los niños en el colegio y aun potenciar las conductas hiperactivas en algunos de ellos.
Sin duda hay contrapartidas a todo cuanto acabo de señalar. Pero no deja de ser este debate una señal ante la cual hay que levantar el pensamiento crítico. Yo desde luego pienso que aun cuando utilizar Internet como herramienta para recabar información e intercambiar mensajes con amigos es práctica útil, eso es evidente, pienso también que utilizar esta herramienta para la interacción personal más íntima con otras personas, particularmente en niños y adolescentes, contiene riesgos psicológicos y sociales que pueden dañar la construcción de la personalidad. Fuente: Francisco Mora. Catedrático de Fisiología Humana, Universidad Complutense de Madrid y catedrático adscrito de Fisiología Molecular y Biofísica, Universidad de Iowa. C. Marco