Revista Libros

“EL GATO QUE AMABA LOS LIBROS” de Sosuke Natsukawa

Publicado el 22 marzo 2022 por Marianleemaslibros
“EL GATO QUE AMABA LOS LIBROS” de Sosuke Natsukawa
—Pero no hay otra librería tan bien surtida como esta… Son raras las que pueden jactarse de tener la colección completa de las obras de Proust en tapa dura. Y fue aquí donde encontré El alma encantada, de Romain Rolland, después de buscarlo durante mucho tiempo.
—Al abuelo le habría hecho muy feliz oír esto.
—Si siguiera vivo, haría que se sintiera todavía más feliz. Decía que era mi amigo y siempre me conseguía todos los libros que quería. Era una persona importante para mí. Y ahora me sueltas de sopetón que vas a mudarte…
Allí dentro había una cantidad impresionante de libros. A pesar de ser una librería de segunda mano, contaba con un fondo ajeno por completo a las modas y con no pocos libros descatalogados; era admirable, pero también sorprendente, que fuera un negocio rentable.

“EL GATO QUE AMABA LOS LIBROS” de Sosuke Natsukawa
Navegando por la blogosfera me topé de pronto con este título, respiración contenida y los ojos abiertos como platos. ¿Libro + gato?, ¿perdona. . .? no puede ser, este me lo tengo que leer y lo compré al momento, a la saca que fue. ¿Otro libro similar al que dio nombre a mi blog, a Deweyleemáslibros, el gato ese que existió y vivió en una biblioteca de Iowa cuidado amorosamente por los bibliotecarios? (si no lo habéis leído, aunque ya lo he hecho mil veces, aprovecho para recomendároslo).
Pues os adelanto que no, que no tiene nada que ver, pero que sí, que también hay un gato, muchos libros, literatura a raudales y gente que adora los libros. Y soy consciente, desde el principio, que voy a leer lo que ha sido un best seller (suelo huir de ellos) en Japón y en Reino Unido, pero esta vez no me importa. Me apetece mucho descubrir a este autor japonés que además es médico y que ha sido galardonado con el Premio de los Libreros de Japón y el Premio Shogakukan de Ficción. La trama sin spoilerEl libro empieza así: 
Para empezar, el abuelo ya no estaba. Es una manera un tanto brusca de iniciar una historia, pero esa era la cruda realidad. Un hecho tan indefectible como que el sol sale por la mañana y que a mediodía sientes hambre. Por mucho que fingiera que eso no estaba pasando, aunque cerrara los ojos y se tapara las orejas, el abuelo no iba a volver. Ante esa certeza incontestable, Rintaro Natsuki se había quedado petrificado y sin palabras. 

Un narrador en tercera persona nos presenta a Rintaro Natsuki y como es su vida en esos momentos: Rintaro es un estudiante de secundaria, bajito, un adolescente con unas gafas gruesas, de tez clara que no hablaba demasiado, un auténtico “hikikomori” (literalmente, un apartado de la vida social en aislamiento voluntario). Sus padres se divorciaron cuando era muy pequeño y después, tras la muerte de su madre, su abuelo se hizo cargo de él. Desde entonces, siempre habían vivido juntos, los dos solos. Pero ahora, su abuelo acaba de morir y se ha quedado solo, con su herencia, con su librería de viejo llamada Natsuki, que está en un rincón apartado de la ciudad. Y no es que el negocio acarree deudas, pero tampoco pudiera decirse que sea bollante en beneficios.
Y, acabado el funeral, lo único que tenía delante, aparte de esa tía que lo miraba con cara de preocupación, era una tienda. Esa dura certeza iba enraizando poco a poco en el corazón de Rintaro.
—Menuda faena me has hecho, abuelito.

Rintaro es, desde que tiene uso de razón, un gran lector, un lector que ama los libros y si ya antes disfrutaba perdiéndose entre las librerías abarrotadas de todos esos clásicos que ya ha leído y releído varias veces, ahora es el único lugar donde encuentra consuelo. Ha dejado de ir al instituto y piensa que no tiene amigos, que nadie le echará en falta, pero pronto recibe la visita de la delegada de su clase, Sayo Yuzuki, instándole a que regrese cuanto antes. Él solo quiere que lo dejen en paz con su pena y sus libros, para poder seguir adelante con su plan de cerrar y liquidar la librería.
Un día, mientras degustaba una taza de té, apareció en la tienda como salido de la nada, un inteligente minino que dijo llamarse Tora y que le pide ayuda para salvar libros que por una u otra razón están en peligro, libros que son encerrados, recortados, destruidos.
Rintaro miró alrededor, confundido, y no vio a una persona. Vio un gato atigrado. Era un gato de buen tamaño con rayas amarillas y marrones. Un fabuloso pelaje jaspeado recubría la parte superior del corpulento animal, la cabeza y el lomo, pero tenía el tupido pelo del vientre y las patas de un blanco inmaculado. Sus ojos, de color jade intenso, observaban fijamente a Rintaro desde la penumbra. Empezó a mover la cola con elegancia.
—¿Un gato? —murmuró Rintaro.
—¿Qué hay de malo en ser gato? —replicó el animal. No había la menor duda: el gato le había contestado.

Rintaro acepta e incluso Yuzuki también se ve involucrada en algunas de las misiones que Tora se trae entre manos, misiones que al final resultan ser auténticas aventuras de las que incluso podrían no regresar nunca.
Y empiezan las andanzas a través de largas galerías, laberintos interminables con interminables estanterías en medio de luces cegadoras, pasadizos abarrotados de libros que llevan hasta lugares donde se maltrata a los libros, en algunos casos incluso se acaba con ellos. Hasta aquí puedo contar.
Los puntos fuertes de la novela
Mientras intentan liberar libros esos tres (yo en mi cabeza los llamaba “los tres mosqueteros”) a Rintaro le vienen continuamente a la cabeza las enseñanzas de su abuelo, todas las charlas compartidas por ambos sobre libros y autores mientras bebían té, todas esas magnificas enseñanzas de vida que a él le gustaría recordar siempre y que nosotros, los lectores, disfrutamos anotando para poder leerlas cuando queramos. 
Perderse muchas cosas de la vida por ir demasiado deprisa es propio del ser humano. Si coges un tren llegarás más lejos, pero te equivocas si crees que así aumentará tu conocimiento. Quien camina con pasos despreocupados por su propio pie ve las flores que bordean el camino y los pájaros posados en las copas de los árboles.

La trama de fondo de la novela son los libros y los lectores en general, en todos sus aspectos y te invita a múltiples reflexiones, además de las que sacan de su propia experiencia Rintaro y el gato, Tora. ¿Consideran las editoriales y el mundo editorial sus publicaciones únicamente como objetos de consumo y fines estrictamente lucrativos?. 
Si no hay ventas, no tiene sentido mantener abierto un negocio. Las librerías no son organizaciones benéficas. 

¿Qué importancia tienen las relecturas? ¿de qué manera leemos, despacio saboreando la lectura, o damos más valor a leer mucho de forma rápida, a la cantidad más que a la calidad? ¿Porqué leemos?.

—Leer un libro se parece a subir una montaña
—¿Un libro y una montaña? Rintaro levantó la cabeza, extrañado por el comentario de su abuelo. El anciano alzó la taza y, despacio, se la pasó por delante de los ojos como si estuviera disfrutando del aroma del té.
—Leer no es tan solo disfrutar y emocionarse. En ocasiones hay que ir línea a línea, releer repetidas veces las mismas frases, y avanzar despacio y con esfuerzo para comprender lo escrito. Llega un momento en el que ese arduo trabajo de pronto nos abre las miras. Del mismo modo que, tras un larguísimo sendero, las vistas se abren al llegar a la cima.

Todos los que adoramos la lectura sabemos y sentimos el poder que tienen los libros, sus múltiples poderes, ¿tienen alma los libros como asegura Tora?
También las grandes obras que narran historias maravillosas, son meros papeles unidos si no se abren. Pero si las personas les prodigan atención y los tratan con respeto, acaban teniendo alma
—Los libros tienen alma —repitió pausadamente el gato—. Brota en ellos cuando se los trata con respeto. Y esos libros con alma no dudan en brindar ayuda a su propietario cuando este se encuentra en dificultades.

En su peculiar viaje existencial, nuestro joven protagonista intenta averiguar porqué ¿Dónde radica exactamente el poder y el alma de los libros? ¿tienen los libros el poder de cambiar el mundo, de cambiar a las personas, de salvar a las personas? Solo os puedo decir que al final del trayecto, el chico llega, acunado por las palabras de su abuelo, a su propia conclusión, una conclusión que yo comparto totalmente. No os la cuento, porque creo que deberíais leerlo para saber si estáis de acuerdo o no con ella y porque descubrirlo, forma parte inherente de la belleza de este libro. 
—Mostrarse considerado con los demás no es dedicar al que sufre unas palabritas compasivas con voz melosa. Es compartir la preocupación de quien está preocupado, sufrir con él y, en ocasiones, caminar a su lado. El gato reanudó la marcha, y Rintaro se apresuró a seguirlo.
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Los que me conocéis un poquito sabéis que soy gatuna, perruna, animaluna (igual me acabo de inventar una palabreja) y que para mí los libros son imprescindibles en mi vida, no la concibo sin ellos. Necesito estar permanentemente enganchada a alguno, los necesito para evadirme, para salir cada día un poquito de mi mundo y poder sumergirme en otros mundos ficticios. 
Pero sí sé una cosa: los libros me han ayudado en un sinfín de ocasiones. Si alguien como yo, que soy un pesimista y me rindo con facilidad, ha llegado hasta aquí ha sido gracias a los libros, que han estado siempre cerca de mí. 

Por eso me ha gustado tanto “El gato que amaba los libros”, porque es una novela especialmente dirigida a los que amamos los libros, a los que no podemos vivir sin leer. Y que unos de los protagonistas sea un misterioso e inteligente gato que aparece y desaparece cuando menos te lo esperas. . ., pues eso le da un punto extra para que la lectura me resulte totalmente disfrutable. 
—Me das un buen susto cuando apareces por sorpresa, ¿y también desaparecerás sin dar explicaciones? —Es inevitable. Por naturaleza, los gatos actuamos sin tener en cuenta las necesidades de los humanos. —Los gatos que yo conozco, por lo menos, no se dedican a lanzar dardos envenenados. —Qué corto de miras eres. ¡El mundo está lleno de gatos como yo! —dijo Tora sin siquiera volver la cabeza. 

La prosa de Natsukawa, pues típica japonesa, preciosa, muy cuidada, que sabe transmitir, con mensajes valiosos y especiales. Una historia y una prosa que invita a leerla degustando una taza humeante de té, hundida en sillón tapada con mantita.

Resumiendo: “El gato que amaba los libros” es una lectura deliciosa y mágica narrada a modo de fábula que resulta ser un auténtico homenaje al mundo que rodea los libros, a las librerías pequeñas y de viejo y a los clásicos en particular, a esos libros tan valiosos que ya nadie o muy pocos leen. ¿Son perdurables sus mensajes en el tiempo? ¿Porqué consigue emocionarnos lo que leemos?.
Los libros describen muchos pensamientos y sentimientos humanos. Hablan de personas que sufren, que están tristes, que están alegres, que se ríen... Al entrar en contacto con sus historias y sus palabras, nos identificamos con esas personas y podemos comprender sus sentimientos y conocerlas mejor. Y no solo hablo de las cercanas, sino también de las que viven en mundos distintos de los nuestros. Gracias a los libros, podemos sentir todo eso.

Un libro entrañable que os recomiendo a gatunos y a lectores, a todos, porque todos los que pasáis por aquí sois más que nada buenos lectores. Mi nota esta vez es la máxima:
“EL GATO QUE AMABA LOS LIBROS” de Sosuke Natsukawa

Volver a la Portada de Logo Paperblog