Revista Ciencia

El gen creyente

Por Biologiayantropologia
EL GEN CREYENTE
Publicado en Levante, 20 de junio de 2013 

Mi amigo me notifica que recientemente vio un programa de televisión acerca del “gen-dios”. Este gen “creyente” hace que los que lo posean sean “crédulos”; y los que no, sean  “descreídos”. No se sabe muy bien si el gen creyente hace al personal crédulo en el vudú o la magia; ni tampoco si el gen de los no creyentes les hace ser más vaporosos o alelados. Esto de los genes, es como el melón que hasta que no lo abres, no sabes cómo estará de dulce. Y como los genes están de moda, pues gen que te crió.

El ser humano, además de naturaleza y genes, y digo además a propósito, es cultura y libertad; y no hay peor sordo que aquél que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.
La historia es vieja: ¿Es Dios quien nos ha creado o somos nosotros los que hemos creado a Dios? Parece que el famoso gen viene a “difuminar” esta espinosa cuestión. Para algunos será Dios quien haya creado el gen para establecer vínculos solidarios entre los hombres; para otros será la selección natural –eso que nadie sabe exactamente qué es- la que ha determinado la existencia del gen-dios y que hace que nos inventemos la deidad, para así compartir las mismas creencias en sociedad. Supongo que quizá tenga alguna ventaja en la lucha de la especie. No lo sé. Claro que como la naturaleza es tan “sabia”, vete tú a saber.
Mi amigo continúa diciéndome cómo demostrar la existencia de Dios. Desde luego, por lo empírico es imposible: la razón principal es que la ciencia empírica, por su método, no es apta: solo puede saber de su objeto que ha de ser medible, mensurable, observable, etc. Algo de lo que carece la deidad. Sólo la Filosofía y la antropología son capaces de elevarse por medio de la razón. Y no hay que confundir ciencia con razón: la razón es más amplia que la ciencia empírica.
También me pregunta cómo se puede afirmar implícitamente que la naturaleza tiene inteligencia y voluntad, y quedarse tan campante. Pues eso, la naturaleza no tiene inteligencia ni voluntad, salvo que la deifiques (o la antropomorfices): mitología; o filosóficamente, identifiques Dios y mundo: panteísmo. Todo es dios. Y si todo es dios, nada es dios: del panteísmo se pasa irremisiblemente al materialismo ateo. Espero haberle contestado. Realmente hay mentes un tanto desgalichadas.
Pedro López. Biólogo
Grupo de Estudios de Actualidad

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