El Coleccionista, de John Fowles. Olvidar algo que quieres borrar de tu memoria es como intentar enamorarte de alguien. Imposible. Ni olvidar ni enamorarte son actos conscientes, nos ocurren o no. La vida sería más fácil si tuviéramos control sobre ellos pero no es así."Había momentos en los que pensaba que hasta podía ser capaz de olvidarla, pero olvidar no es algo que se decide, sino más bien algo que te sucede. Y a mí no me sucedió".
El recuerdo que quieres olvidar es como un globo gigante e inmenso que ocupa un gran espacio en tu cabeza, en tu pensamiento, en tu espacio vital. Tienes una habitación completamente ocupada por ese globo enorme, terso y tirante. Lo primero que tienes que intentar es cerrar la puerta de esa habitación para que el globo no se expanda como una especie de plastilina incontrolada, o la lengua de un glaciar, y avance y ocupe cada vez más espacio.
Cerrar la puerta no es fácil: el globo no se deja. Presiona hacia fuera y, cuando aprietas por un lado con el hombro, se expande por encima de tu cabeza. Cerrar la puerta y enclaustrar el globo exige un esfuerzo sobrehumano que te deja agotado.
Una vez que se ha cerrado la puerta, sólo se puede hacer una cosa: dar ese espacio por perdido. Hay que cruzar por el pasillo pegándote a la otra pared, no mirar, no tocar, no acercarse de ninguna de las maneras.
Hay que dejar pasar el tiempo y confiar en que el globo se vaya desinflando, envejezca y pierda fuelle. Esperar a que el globo del recuerdo se haga más pequeño, a que el olvido haga su trabajo, implica ser paciente. Implica no saber cuándo ocurrirá. No hay plazos y nadie puede dártelos. Cada globo necesita su tiempo y el olvido de cada persona funciona de manera distinta, tiene ritmos diferentes.
Si para olvidar te dieran un plazo, "en 3 semanas, 3 meses o 3 años", todo sería más fácil. Si olvidar fuera un estado absoluto, una cumbre que una vez alcanzada no se puede bajar, todo sería más fácil.
Hay que superar la tentación, y la tendrás muchísimo, de acercarte a la puerta de la habitación del globo: "abro un momento, miro y cierro".
Mal. Nada más encontrar una mínima abertura, el globo del recuerdo se expandirá, saliendo de su espacio de confinamiento y echándote para atrás hasta la casilla de salida. Si le dejas, el globo del recuerdo es como el Sr. Moco de los cazafantasmas, como el blandiblup... expansivo y pegajoso.
Hay que esperar. Muchísimo tiempo, hasta que casi hayas olvidado que tenías esa habitación, ese espacio. Y entonces, solo entonces, acercarse a la puerta y abrirla muy despacio.
Entras en la habitación y el globo está en el suelo, sin aire, sin brillo, con polvo y pelusas que lo cubren. Convertido en lo que es realmente. Es el momento de cogerlo con dos dedos, mirarlo y pensar ¿esta mierda es la que me ocupaba tantísimo espacio y me parecía tan maravillosa? Dependiendo del cariño que le tengas, lo seguro que estés de la fortaleza de tu olvido y el Diógenes que sufras, puedes tirar el recuerdo a la basura sabiendo que la sombra del globo se habrá quedado para siempre en el suelo de esa habitación (como las siluetas de los forenses). Tirarlo a la basura o colocarlo en una estantería. Puede que un día vayas por la calle y en cualquier esquina veas uno parecido, y digas: yo tuve un globo como ese.
Es fundamental no acercarse al globo durante el proceso de olvido. En cuanto te aproximas lo más mínimo, el globo cobra vida, se hace grande asfixiándote o sube hasta el techo de la habitación. Es mejor que te asfixie, aunque no lo creas. Si se escapa hacia arriba puede que tengas la estúpida idea de coger una escalera para alcanzarlo, quitarle el polvo y mirarlo pensando "este globo es inofensivo... no sé por qué pensaba que"... justo antes de que cobre vida, se infle y te golpee haciéndote caer de la escalera, provocándote un dolor insoportable que te obligue a salir a rastras de la habitación para volver a empezar.
¿Qué puedes hacer para mantenerte ocupado mientras ese globo enorme como Jabba se desinfla? Preocuparte de conseguir recuerdos nuevos, buenos, recuerdos que quieras mantener, insuflarles aire nuevo, jugar con ellos y disfrutarlos.
Y sobre todo ten una gran paciencia. El olvido es mucho más que un maratón, es un ironman, la carrera más larga de tu vida; y en la que más vas a sufrir. Y no es más fácil la segunda vez, ni la tercera, ni la decimoquinta.