Revista Cultura y Ocio
En los orígenes del cristianismo existieron numerosos movimientos que, posteriormente, fueron considerados heterodoxos. Pese a ello no dejaron de dejar una huella importante en la religión que estaba tomando forma en ese momento. Entre estas doctrinas se encuentra el gnosticismo.
Con el término gnosticismo (procedente del griego gnosis, que significa etimológicamente conocimiento), se denomina a una serie de grupos o doctrinas religiosas que presentan cierta coherencia pero que no forman un grupo totalmente homogéneo. Los miembros de este tipo de grupos, que se desarrollaron entre los siglos I y II d.C. , fundamentalmente, se caracterizan por la creencia en que pese a ser parte de la masa de fieles cristianos se distinguían del resto de ellos por la posesión de una serie de conocimientos esotéricos que sólo se les proporcionaba a los iniciados.
El objetivo último era el conocimiento de la divinidad, lo que permitía la unión con la misma. Estas doctrinas se definen, además, por un dualismo básico. Para ellos existe un profundo antagonismo entre el mundo material, creación maligna, y el mundo espiritual. En base a esto defendían que el mundo había sido creado por un Demiurgo, de carácter negativo. A dicho mundo habría sido enviado Jesús de Nazaret con la intención de liberar a los hombres de la carga del mundo material y permitir su paso al plano espiritual. La Creación del Universo, y del mismo Demiurgo que lo habría creado, no son más que consecuencia de un Error, que habría conducido a una degradación de la divinidad primigenia.
El hombre, no obstante, pese a estar compuesto de materia también conservaría una “chispa” de la esencia de esa divinidad primigenia. Con el paso del tiempo, y al multiplicarse la humanidad, la chispa se va debilitando cada vez más al tener que repartirse entre una mayor cantidad de materia (de ahí que estos grupos defiendan la castidad). Finalmente solo un grupo de hombres poseería el aliento divino. Éstos, tras recibir el conocimiento esotérico de la secta serían los que, supuestamente, podrían unirse a la divinidad formando, de nuevo, un todo.
Dichas doctrinas, que se dieron fundamentalmente dentro del cristianismo pero que cuentan con paralelismos en el judaísmo son un claro ejemplo de sincretismo entre la nueva religión de origen judío y el espíritu griego. A través del tiempo los especialistas han ido analizando las influencias de estos grupos en textos cristianos tan relevantes como el propio Evangelio de Juan.Mucho más en... http://selvadelolvido.blogspot.com/