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El gran concierto

Publicado el 04 abril 2011 por María Bertoni

El gran conciertoQuizás éstos sean los últimos días para ver El gran concierto, película de Radu Mihaileanu que la cartelera porteña estrenó hace casi un mes. Después de El tren de la vida y Ser digno de ser (cómo olvidar este segundo título cuya reseña en Espectadores irritó a tantos lectores), el director de origen rumano y radicado en Francia vuelve a apostar a la condición humana más allá de las iniquidades cometidas en su nombre.

Para esta “operación rescate”, nada mejor que apelar a la capacidad reparadora de la música. En este sentido, el film evoca otros títulos -por ejemplo, Ensayo de orquesta de Federico Fellini y Encuentro con Venus de István Szabó- que también creyeron ver en los entretelones de los conciertos una alegoría elocuente de defectos y virtudes de la humanidad.

Probablemente sean de Mihaileanu las palabras en boca de Andrei Filipov: el verdadero (y único) comunismo aflora en el trabajo en equipo de violinistas, violonchelistas, clarinetistas, percusionistas. La experiencia armónica -agrega el protagonista- dura lo que dura la ejecución de las partituras.

Quienes consideren que El gran concierto es una fábula evitarán reprocharle un argumento algo tirado de los pelos (una orquesta improvisada que consigue hacerse pasar por la del Bolshoi), un previsible final feliz y la caracterización estereotipada de rusos y franceses (los primeros, víctimas del totalitarismo soviético, terriblemente indisciplinados, emotivos y afectuosos, con indiscutible talento artístico; los segundos, hijos del rigor cartesiano y poco sensibles).

En cambio, otros espectadores objetarán la inserción de un melodrama familiar que refuerza la evidente bajada de línea anti-URSS. Posiblemente también critiquen ciertos detalles obvios, por ejemplo que el villano comparta el nombre de pila del también malvado Breznev.

Los amantes del cine francés disfrutarán de las intervenciones de Miou-Miou y François Berléand (el antipático director de escuela de Los coristas). Los fanáticos de Bastardos sin gloria reconocerán el rostro de Mélanie Laurent.

Es posible que El gran concierto abandone la cartelera porteña el jueves próximo. Si el pronóstico da en el clavo, los seguidores de Mihaileanu tienen tres días para ver su anteúltimo film (dicho sea de paso y para terminar, el trabajo más reciente se encuentra en etapa de post-producción).


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