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Hoy en día la mayoría de las empresas gestionan su presencia y reputación en las redes sociales, es por ello, que su exposición en los últimos años ha aumentado muchísimo y esto es una ventaja pero también puede tener consecuencias. Las redes sociales han otorgado implícitamente a los usuarios ciertos derechos o licencas que antes no tenían. ¿Puede un usuario hundir la reputación de una empresa o negocio?
Cada vez son más los usuarios que recurren a las redes sociales o los blogs para hablar de una marca con el fin de hacer mala publicidad o vertir cierta información que podría hacer mucho daño a la imagen de la empresa en cuestión.
Una gran marca, conlleva una exposición mayor, un alto número de clientes o potenciales clientes pueden verse condicionados por las opiniones de otros usuarios, pero también es cierto que hundir la reputación de una gran marca es más difícil que hacerlo del restaurante de tu barrio.
Un negocio local o una pyme, puede ver temblar su futuro por culpa de las informaciones que se vierten en las redes sociales. Internet ha dado la facultado de injuriar y calumniar practicamente sin consecuencia sobre cualquier persona o negocio/empresa. La difamación de información no contrastada puede crear muchos problemas de imagen y reputación al destinatario de las mismas pero también puede conllevar problemas legales al que lo realiza.
El artículo 205 del Código Penal dice que 'calumnia' es la imputación de un delito hecha con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacía la verdad. Por otro lado, 'injuriar', palabra que recoge el artículo 208 es la acción que lesiona la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación. ¿Cuántas veces pueden darse ambos hechos en las redes sociales en un día? ¿Cuántas empresas están expuestas a estas formas de delito?
Imagináos que un usuario publica en alguna red social una información deliberadamente y que no esté contrastada sobre una empresa o sus servicios. Los usuarios a los que alcanza dicha publicación no saben si esta es verdadera o falsa. Esta información (dificilmente contrastable) puede atentar contra la reputación de una empresa o negocio y si esta no actúa rápidamente, la publicación no contrastada puede viralizarse y afectar muy negativamente a su imagen y en consecuencia una posible pérdida de clientes.
¿Qué pueden hacer las empresas?
En estos casos las recomendaciones varían según la gravedad del asunto, siendo las opciones: dirigirse al sujeto a través de las redes sociales, el envío directo de un burofax o iniciar las respectivas acciones legales llegados a ciertos extremos de gravedad. Pensemos que la reputación y la imagen de una marca es uno de los bienen más valiosos y más complejos de conseguir, pero pueden desvanecerse de una manera muy veloz.
Obviamente, la forma de actuación correcta no es la del caso del Gil-Stauffer, aunque seguramente querían cuidar lo que trato en este artículo pero no supieron gestionarlo y el remedio fue peor que la enfermedad.
Seamos justos y mostremos a través de las redes la información de la forma más veraz posible, pues no hacerlo no sólo puede tener consecuencias para la empresa difamada, también para la persona que efectúa la difamación. Hagamos que la 'anarquía' que reina en las redes sociales sea algo más organizada y respetuosa.
¿Qué opinas tú?