El hábito puede que haga al monje
Corre por internet el mito de las diez mil horas que afirma que si dedicas esa cantidad de tiempo en practicar un objetivo acabarás siendo un auténtico maestro, ya sea en tenis, ajedrez, música, lo que sea porque no hay límite. No estoy yo muy de acuerdo con esto porque yo ya me puedo tirar cuatro años practicando ocho horas diarias que jamás me convertiré en un maestro del ajedrez.
Dicho esto, que creo que es importante dejarlo claro, parece obvio que cuanto más trabajes en un área, más tiempo dediques, hay probablemente dos opciones que van a ocurrir y ambas excluyentes: O mejoras o no empeoras.
Me he dado cuenta al volver a escribir después de casi una semana sin ordenador, me cuesta ordenar las ideas, me cuesta crear una estructura y las ideas ya no vienen de forma natural como pasaba antes. Si, se que ha sido una semana, pero se nota o como mínimo yo lo noto.
Llevo casi treinta años escribiendo a intervalos muy regulares, y sólo últimamente me he obligado a escribir cada día. La verdad es que he visto una mejora espectacular desde mis primeros inicios allá por mi adolescencia, pasando por el primer blog que monté sobre el año dos mil. Es cierto que el incremento de calidad cada vez es más reducido y cada aumento de calidad requiere más esfuerzo que el anterior, pero la soltura y fluidez era algo que empezaba a brotar casi automáticamente cuando abría el Scrivener.
Después de esta semana, me he de concentrar, he de buscar un momento especial y librarme de todas esas preocupaciones que normalmente me rondan la cabeza, concentrarme en estar concentrado, y el proceso es más un esfuerzo que un momento de tranquilidad -que es lo que solía ser-
Quizás es por eso, que me estoy forzando a escribir el doble, que no os dé un ataque de pánico, la mayoría de lo que voy a producir es para consumo privado, pero quiero volver a tener esa frescura en los dedos, los ojos brillantes y esa sonrisa que se me pone cuando estoy en mi zona zen y todo funciona de forma automática sin tener que pensar más en que disfrutar.
Mientras llego a ese estado, seguiré trabajando para conseguir uno de los objetivos que ya os he mencionado, mejorar o no empeorar. Y esto se aplica a todas las áreas de nuestra vida, seamos carpinteros, padres, fontaneros o emprendedores.
Película: We’re No Angels