Revista Cine
Directores: Lepoldo Torre Nilsson & Leopoldo Torres Ríos
Padre e hijo dirigieron dos películas juntos. La primera fue "El crimen de Oribe", basada en una historia de Adolfo Bioy Casares (en quien Eliseo Subiela encontró inspiración para su "Hombre mirando al sudeste"), y la segunda es la de hoy, "El hijo del crack", una suerte de secuela espiritual de "Pelota de trapo" (comentada ayer, fíjense bien), aunque tal término no lo habían inventado en aquel entonces. Si ayer me mostraba conforme y entusiasta con "Pelota de trapo", hoy me muestro decepcionado con "El hijo del crack". Mis motivos los podrán conocer a la vuelta de comerciales, sigan en sintonía.
Pues sí, "El hijo del crack" revolotea alrededor de los mismos temas que "Pelota de trapo", quizás poniendo mayor énfasis en otros aspectos, pero conformando una misma unidad al fin y al cabo. La presente trata sobre un chico que confía ciegamente en su padre, un jugador de fútbol en franca decadencia que no genera muchas simpatías en los hinchas del club, que lo acusan de vendido e indisciplinado, sobre todo porque en su momento el tal Balazo fue todo un ídolo y no el paquete de ahora. El cariz en el que se pone más acento, aunque sea por poco rato y no de manera muy honda tampoco, es el socio-económico: la madre del chico es una acaudalada mujer que vive con su padre en una gran casa ubicada en el barrio alto, y tanto ella como él ven al fútbol como una actividad de pobres, de poca categoría, de nulo interés intelectual. El resto vendría a ser algo similar: el fútbol como pasión de vida y de multitudes, el fútbol como una decisión y un estilo de vida sacrificado (básicamente elegir entre ganar un lugar en la memoria de los hinchas o lograr escalar en la pirámide social, entre alcanzar la gloria simbólica o consolidar la seguridad financiera), etc. La razón de que "El hijo del crack" no me haya gustado es porque es plana y soporífera, con un relato sustentando en un mar de lugares comunes sin tratamiento dramático ni sustancial, discursivo. Lo que describí no son más que enunciados obvios que surgen mayormente de "Pelota de trapo", una película que cuenta con sentimiento y solidez narrativa que ahondan y exploran en eso que llamamos realidad. Por su parte, "El hijo del crack" es un cúmulo de escenas cuya unión es bastante incoherente e improvisada, transitando por todas partes sin mayor lógica que el dramatismo por el dramatismo, un burdo y pobre costumbrismo. Empezamos con Balazo siendo abucheado y el hijo apoyándolo, luego Balazo lo entrega a la madre millonaria, luego el hijo vuelve con el padre al que le vuelven las ganas de ser ídolo, y el final es algo completamente salido de la nada, una decisión melosa cuyo único fin parece ser la infructuosa y torpe creación de una leyenda: el jugador que muere en la cancha, defendiendo sus colores, como bandera de lucha de una clase social. Quizás esté exagerando. La verdad es que no tengo muchas ganas de hablar sobre esta película, no comprendo que de una tan buena como "Pelota de trapo" hayamos pasado a algo tan malo, pobre y descuidado (y peor, que no parece mostrar interés en ser mejor) como "El hijo del crack", una película sin conflicto ni personajes (que hayan acontecimientos no significa que "pase algo"), sin carisma ni profundidad, solamente unos monigotes al servicio de un autocomplaciente discurso social. Por suerte dura poco más de una hora...
A lo mejor padre e hijo trabajan mejor por separado... mírenme, ¿acaso soy terapeuta familiar?