…La Granja, Aranda de Duero, Covarrubias, Ayllón, Maderuelo, Atapuerca, Sos del rey Católico, Sepúlveda, Gumiel de Izán, Azuqueca de Henares, Buitrago de Lozoya, Iscar, Carrión de los Condes, Madrigal de las Altas Torres, Medina del Campo, Miranda de Ebro… estos son algunos de los pueblos en que durante muchos fines de semana del verano y no pocos en otras épocas del año, hemos montado nuestro puestecillo para vender, a quien lo deseara, la novela “El hijo del herrador”
Cuántas anécdotas, cuántas vivencias, cuántas horas de carretera, de calor inmenso en las secas tardes de verano, de frío, de tedio, de animadas y enriquecedoras charlas… cuánta gente buena, culta, trabajadora y simpática hemos conocido, cuántos amigos hemos hecho en el camino… muchos de ellos leéis a menudo este blog, otros, compañeros de fatigas, vendedores en los mercados medievales, los encontramos de nuevo en alguna feria medieval, en algún pueblo de esta vieja, exhausta y desmoralizada piel de toro.
En Azuqueca, con el compañero de al lado, nos divertimos y salimos del invernal frío que nos acechaba parafraseando versos del Tenorio. En Atapuerca… ¡Qué calor pasamos en Atapuerca! Y digo pasamos, digo hemos, porque en todos estos mercados, en todos esos madrugones para montar “el chiringuito” (a veces a más de 500 Km. de casa) me ha acompañado quien es mi compañía, mi lado bueno o como canta Mago de Oz, la otra mitad de mí: Lore, mi princesa del Nilo, mis ojos verdes… En los mercados nos hemos divertido, nos hemos mojado, nos hemos agotado, nos hemos aburrido, nos hemos muerto de risa, nos hemos asombrado… Aquí la tenéis (lo de la camisa de la selección es porque era el día del crucial España-Chile del mundial):
En Ayllón el bueno de Víctor nos invitó a cordero, así “by the face”, en Arbancón nos invitaron a Caldereta, en Azuqueca disfrutamos de la hospitalidad de Jose y Gema, en Medina y Cigales, de la de Alejandro y Mariluz (gracias chicos) y Elías un mercader de juguetes artesanos que conocí en Alba de Tormes, nos invitó tiempo después a su propia casa en Tafalla a una deliciosa menestra.
Aunque más calor que en Atapuerca, pasamos en Talavera de la Reina ¡¡¡¡Qué calor!!! ¡¡45ºC!! ¡¡casi na!! Nadie en la calle y nadie en el mercado. En el otro lado, en el frío Marzo de Aranda hicimos una “capota” para el puestecillo y ¡Hala! A chupar agua… con libros debajo, en Sepúlveda el intenso granizo (en Julio…) nos hizo recoger a toda prisa y salir pitando de allí, otras veces como en Buitrago, el viento hojeaba a lo bestia los libros, volaba tenderetes y si no es por la ayuda de los compis que teníamos al lado, Miguel y Pilar, la lluvia de después nos habría hecho polvo. En Iscar, a la compañera de al lado, el airón la voló, literalmente, el tenderete. Le recogimos y le atamos con cinta americana a un palo de la luz JJ
Otra muy buena fue cuando dos señoras mayores se quedaron mirando los libros del puesto, nos preguntaron el precio. –¡Anda es barato! –Dijo una de ellas. –Hombre, barato es –dijo la otra –pero luego, a ver dónde lo pones… Y otra señora mayor, pero diferente, fue en Carrión de los Condes: Belén, qué habrá sido de ella… Se arrimó al puestecillo y hojeó el libro con curiosidad. Con exquisita educación, me dijo que le encantaba leer y le encantaba la historia, a continuación me sometió a un examen de historia de Castilla del cual salí, afortunadamente, airoso. Eso la convenció de que el libro iba en serio, que estaba bien documentado y se lo llevó. Al día siguiente volvió diciendo que estaba enganchada, e incluso ella, allí, delante de nosotros, se lo vendió a gente que conocía. Lo malo de aquel mercado fue que estaba junto al río y al atardecer y por las noches unos mosquitos asesinos que por allí fincaban, nos pusieron tibios, pero tibios.
En Aranda apareció el gran Ramón, con su simpatía, con su naturalidad, con su arrollador entusiasmo, un Arandino de Nueva York, un español por el mundo y nos abrió los ojos a este lío del Internet. Ramón es un “tío de pueblo” como él dice, que comunica ánimo, que da sin esperar nada a cambio. -Los que han venido antes que yo – me dijo -me han ayudado, de modo que yo si puedo ayudar en algo lo hago de mil amores. No nos conocíamos de nada, era una persona más de las muchas que se acercan a nuestro puestecillo, ahora puedo decir con satisfacción que es mi amigo. Sin él nunca habría comenzado este blog, él me dio la idea, pero sobre todo nos transmitió una… energía… difícil de explicar, como la que me envía el amigo Jesús con sus palabras, con su música desde Sestao. Amigos que hemos hecho gracias a un libro.
Todo lo anterior y otras cosas más, en fin, son el otro lado de un mercado medieval, el que vosotros que paseáis entre sus puestos no veis. Para nosotros, para mí, cada feria medieval es una particular batalla más, por dar a conocer mi libro en el duro mundo de la literatura, dominado como otros campos de la vida, por los poderosos, una pequeña del humilde caballero contra el poderoso dragón. En cada mercado llevamos a cabo nuestra particular literatura de guerrillas en la que la victoria llega… y llega, en forma de un mail de agradecimiento de parte de algún lector que ha disfrutado de la obra, en forma de una sonrisa, de un apretón de manos cuando al año siguiente, volvemos a un mismo pueblo y se acerca la gente a nuestro quiosquillo a darnos las gracias por haberles hecho disfrutar, a preguntar si hay otra segunda obra… Para todos ellos, para todos vosotros los que nos transmitís tanta felicidad, tanta fuerza, tanto ánimo ¡¡¡muchas gracias!!! Y tened paciencia, el segundo libro está al caer, las guerrillas, los guerrilleros nunca han ganado una guerra (bueno, quizás Vietnam) pero si por algo se caracterizan es por no rendirse…Nunca.