Revista Cocina

El hombre bueno.

Por Lourdes Estevez @lourdesmartin4
El hombre bueno.
 Más gourmand que gourmet, a mi padre le gustó siempre la buena mesa.
No era sofisticado en sus gustos y aunque probaba sin miedo nuevos sabores y texturas, su frase última en la mesa del mejor de los restaurantes era... "donde esté una buena chuleta con patatas...", por eso le encantaba ir al restaurante " El Río" en el que preparaban, según él, las mejores carnes a la brasa.
 O pasar una jornada en Bubión y degustar un buen cocido seguido de un impresionante plato alpujarreño.
 También disfrutaba con los platos típicos del " haza del Lino" de los que celebraba especialmente la asadura encebollada.
  En casa, mi madre le mimó durante años preparando a diario cuanto apetecía para comer, hasta el punto de ir por carne a horas intempestivas, sacando al tendero de su casa, para preparar las albóndigas con tomate que había pedido para cenar.
 Ver el esmero con el que mi madre se metía en la cocina para agradarle y el mérito que él daba a sus platos, no sin antes hacer la critica necesaria, han hecho que conciba el mundo culinario como una de las mayores pruebas de amor.
 En los últimos meses, semana tras semana, desde que comencé mi curso de cocina ambos formaron parte del jurado de la prueba a la que voluntariamente me someto. Les fui haciendo partícipes de todos mis avances y él, a pesar de no prodigarse en elogios, de alguna manera me hacía saber que estaba orgulloso de mi habilidad y  que disfrutaba muchísimo con mi trabajo .
 El domingo, junto con mi madre, hermanos y sobrinos y en una ceremonia íntima, depositaremos sus cenizas bajo un arbolito, fruto de su infinita paciencia que hizo crecer a partir de un hueso. Descansará para siempre en el lugar donde más feliz se encontraba, el campo, en el cortijo de su Jesuli en cuya construcción participó de manera activa sin importarle el dolor de piernas que alegaba para no ir a caminar. Después compartiremos un almuerzo que prepararemos entre todos y en el que no van a faltar unas buenas albóndigas con tomate. No serán tan buenas como las de su "niña", así llamaba cariñosamente a mi madre, pero os aseguro que nunca un plato tuvo tanto amor entre sus ingredientes, y aunque no se siente a la mesa para probarlas siempre estará con nosotros.
 Permitidme que no os enseñe recetas esta semana, a cambio quiero compartir unos versos que mi cuñado Gaspar ha escrito para él y que reflejan a la perfección cómo era mi padre, cómo es un hombre bueno.
                                     El ultimo mecánico
El invierno se resistía y se camuflaban las nubes con trajes grises entre los jardines de flores violetas. La última tormenta golpeaba provocadora las cortinas de tus pestañas y tu semblante agridulce se escondía en las montañas verdes y blancas, para escabullirte de la muerte y jugaste con ella el último rentoy de la esperanza.
No preparaste tu hatillo de las herramientas, de esas que desatoran los escombros de la rutina que andaban resueltos, silenciosos y ociosos, tras tu lento caminar sobre los mismos asfaltos, no era alma viajera ni vagabunda tu existencia.
Tu vida más roble que romero más olivo que peral, tu mirada se entretenía con el vuelo de un gorrión y preferías más averiguar cuantos utilitarios pasaban por debajo de tu balcón que los índices bursátiles de la nación.
Tenías la piel estirada diáfana sin dobleces, las manos con más habilidad que la razón, nunca estudiaste diplomacia y escuchabas todo aquello que te permitió la imaginación, te apoyabas de forma permanente en no crearte necesidades más allá de aire fresco y un buen sillón.
Hiciste del honor tu religión del amor a los tuyos tu bandera, no veneraste a más diosa que a tu esposa. A tus hijos políticos trataste con respeto y precaución, sin achuchones con la ternura de una llave inglesa con la misma gracia que un chiste del revés, pero servicial y fiel.
Y ahora sin avisar te despides a la francesa, rodeado de belleza junto a tu princesa y a una corte celestial, sin molestar callado, con el color de las rosas.
Y nos dejas con el invierno en retirada la luna más grande y brillante que nunca asomada para iluminarte, un sol primaveral azul como tu mirada, pero ¿quien ajustará las persianas de nuestros corazones y remendará los herrajes que permitan el balanceo de tu eterna presencia?
6 Mayo 2012

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