El hombre de la máscara de espejos
Autores: Nieves Abarca y Vicente GarridoEditorial: Ediciones BISBN: 9788466655651Páginas: 541
SinopsisLa inspectora Valentina Negro lucha por superar los traumáticos recuerdos de su último caso, cuando estuvo cerca de perder la vida a manos de un asesino en serie. Pero la maldad no da tregua: pronto se ve envuelta en una nueva cadena de muertes. La ayuda del criminólogo Javier Sanjuán será clave para desentrañar una compleja trama relacionada con la desaparición de varias chicas y el rodaje de unas terroríficas películas snuff que recuerdan al cine expresionista de Fritz Lang. El dolor, la belleza y la locura se dan la mano en las páginas de esta adictiva novela negra, que es al mismo tiempo un excelente retrato de la mente del psicópata firmado por dos expertos criminólogos (Sinopsis de la editorial).
Reseña de Rustis
El hombre de la máscara de espejos es el libro que da cierre (por el momento, al menos), a una serie de novelas escritas por Nieves Abarca y Vicente Garrido; comenzó con Crímenes exquisitos y Martyrium, aunque reconozco que he comenzado esta saga por el final. Esto, por supuesto, supone una dificultad a la hora de comentar de manera extensa la novela, aunque es necesario indicar que la trama se puede seguir perfectamente sin haber leído los libros anteriores y sin saber nada de sus personajes. Los autores aprovechan pequeños instantes del texto para hacer guiños a los sucesos precedentes que supongan interés para el desarrollo de los nuevos acontecimientos, por lo que, en lo que se refiere al desarrollo de la historia, no existe ningún condicionante.
Lo primero en lo que quiero insistir al presentar esta novela es en el hecho de que se trata de un thriller rapidísimo, intenso y con la enorme virtud de enganchar al lector y captar su atención de principio a fin. En muchos momentos el libro me recordó a algunas series televisivas que suelo seguir en la medida de lo posible y que, aunque no resultan productos de factura impecable, destacan precisamente por esa capacidad mayúscula de atrapar al espectador. En este caso, encuentro bastante cercanía entre algunos aspectos de El hombre e la máscara de espejos y la ficción americana Mentes criminales, de la que me confieso fiel seguidora. Particularmente, en ambas destaca la excelente ambientación con la que se consigue presentar los escenarios de los crímenes: en el caso de El hombre de la máscara de espejos es, precisamente, este detalle esencial el que más quiero subrayar, puesto que la historia gana fuerza en los momentos en que sus autores son capaces de condicionar la mirada del lector describiendo unos espacios lóbregos, lugares cerrados y sombríos, escenarios plagados de humedad y escenas repugnantes en las que los asesinos perseguidos por la pareja protagonista ponen en marcha sus macabros ritos. Estas descripciones son tremendamente realistas y muy conseguidas, por lo que podemos hacernos una imagen constante de los lugares en los que sucede la acción, haciendo que nos metamos más y más en la historia.
En este caso, la inspectora Valentina Negro, junto al criminólogo Javier Sanjuán y algunos personajes más que ejercen como acompañantes y secundarios, se focalizan en desmontar una trama de secuestros, violaciones y asesinatos que tienen como leitmotivla grabación de películas snuff. Si bien esta historia en sí misma justifica la atención del lector, se acentúa aún más esa capacidad de atracción al presentarnos unos “malos” que no se encuentran situados en el lado psicópata de la sociedad. Al menos, en apariencia. A medida que la trama se va desmontando, Nieves Abarca y Vicente Garrido nos ponen sobre la pista de varios hombres que ocultan sus miserias bajo la capa de una vida totalmente normal, estructurada incluso, y fuertemente montada sobre la base de unos altos estándares de poder económico y social. La aberración que se pinta en las páginas de la novela resulta aumentada, precisamente, cuando se pone de relieve el choque -también muy correctamente expresado a través de los cambios de escenario- entre esas vidas aparentemente normales y las crueles intenciones que se esconden tras ellas.
Nieves Abarca y Vicente Garrido
La acción vuela constantemente de un escenario a otro, en mini-capítulos que resultan de nuevo recordatorios de su carácter fuertemente cinematográfico y visual. Resulta finalmente una narración ambiciosa, ya que sus autores han sabido realizar ese ejercicio de condensación de la trama en pequeños esbozos, a la vez que reparten la historia en continuos viajes, cambios de espacio, giros argumentales y movimientos de los personajes. Solamente estos últimos resultan, a mi modo de ver, escasamente desarrollados, apenas algunas pinceladas respecto a los secundarios, y algo más de detenimiento en la presentación de la pareja protagonista. Aun así, en este último aspecto es esencial aclarar que el hecho de no haber leído las dos novelas anteriores supone un lastre para determinar correctamente si existe evolución, o si hay coherencia en la presentación de Valentina Negro y Javier Sanjuán; en algunos momentos comprendemos el pasado, especialmente de la inspectora, y sabemos el origen de la relación entre ambos, pero son apenas detalles que dejan a estos dos personajes en una mera pintura superficial.
En todo caso, considero que la intención de los autores es focalizarse preferiblemente en la trama, en el dibujo de los asesinos, la pintura de los escenarios y el diseño de una narración rápida, de lenguaje cercano pero cuidado, y con buenas dosis de acción. Todo ello está más que de sobra logrado en esta novela que recomiendo a todos los amantes del género negro.