

En La bruja se acercaba a la Nueva Inglaterra del siglo XVII para hablar de la brujería. Lo hacía con un estilo de terror elevado que sorprendía, mínimamente, por su aparente carácter simbólico y trascendente. Incluso se llegó a hablar de cineastas como Tarkovsky para referirse a la calma contingente que rodeaba constantemente el devenir de los hechos. Sin embargo, Eggers jugaba (y juega) en un terreno absolutamente diferente, diríase directamente contario a esa búsqueda naturalista del relato y el tiempo.No hizo falta esperar mucho para constatarlo con su segundo y aun más laureado largometraje. El faro, ambientada nuevamente en Nueva Inglaterra, esta vez en el siglo XIX, trazaba la conflictiva convivencia de dos fareros que debían convivir durante un mes en medio del mar, con la locura, las jerarquías y los delirios que el islote escondía. Nuevamente Eggers parecía jugar a lo pequeño, con dos personajes, un escenario y un peculiar potencial visual que invadía, subrayando, los sentidos.


El hombre del norte es una película que no cesa de construirse mediante transiciones de puro "cliffhanger" (o momento culminante). Los tambores y los gritos reverberan en la sala conduciendo las secuencias hacia un golpe de efecto final que corta en seco la narración, para iniciar en una aparente calma que pronto vuelve a ser afectada por el ruido. No hay implicación con los personajes, no hay espacio para que el espectador navegue en el tiempo natural de las imágenes y el relato. Eggers conjuga su universo a través de una acentuada idealización de los mitos que pretende ser, constantemente, de una trascendencia que nunca logra.El problema de cineastas como Eggers es que sus películas se sienten tan pendientes y conscientes de su pretendida importancia autoral, que se convierten finalmente en una parodia plena de sus pretendidas virtudes. Todo resulta machacón, violentamente naif y falsamente intelectual, como los fenómenos y símbolos espirituales de referencias pictóricas que engloban todo su cine.

El hombre del norte no deja de ser una película épica de venganzas con cierto potencial visual. No sería raro escuchar a la salida de las salas que "se ha disfrutado visualmente", como si eso fuese en sí mismo un cumplido. Es un concepto algo idealista del arte como belleza artificial que, sin embargo, no consigue traspasar la superficie de un cascarón demasiado afectado por sus conceptos puramente estéticos, como ya le ocurría a El faro, donde la fotografía artificialmente antigua se comía cualquier intento de conectar con el verdadero pasado.Pues lo mismo con El hombre del norte, una película tan pendiente de impactar al espectador con su sello formal que, desgraciadamente, se acaba engullendo a sí misma.
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- ##check## Lo bueno
- Los fans de Eggers tendrán una nueva ración de su marcado estilo de cine.
- ##times## Lo malo
- Es una película completamente efectista que no consigue trascender más allá de su repetitiva fórmula.
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- Ambientación 6.0
- Tiene una ambientación trabajada y consigue llevarnos al nórdico siglo X, pero no añade nada nuevo a lo que ya hemos visto en otros relatos del mismo corte.
- Desarrollo de Personajes 5.5
- La película tiene un desarrollo algo trabajado, aunque finalmente no dejan de ser personajes esquemáticos.
- Argumento / Guion 4.5
- Simple, sabes hacia donde se dirige, aunque lo construye con coherencia.
- Banda Sonora 4.5
- Excesivamente machacona. Es una apuesta de Eggers por los atmosférico, pero resulta agotadora.
- Entretenimiento 5.5
- La película no se hace excesivamente larga (a pesar de duras más de dos horas), aunque tampoco resulta particularmente entretenida.
- Montaje / Innovación técnica 4.0
- Un montaje lleno de efectismos, característico del cine de Eggers. No innova nada respecto a sus anteriores largometrajes.
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- Puntuación Total 4.5 / 10