Antes de ser uno de los directores más reconocidos en nuestro país hasta el momento, a pesar de su escasa carrera, Juan Antonio Bayona ya había dejado huella en el mundo de los cortos. Y es que este hombre tiene la gran habilidad que solo tienen los mejores; Convertir LO IMPOSIBLE en posible. Ya sea con tsunamis, con fantasmas o con la inocencia de los niños, siempre consigue transmitir el mensaje a la perfección, dejando su marca personal a la vez que exprime los sentimientos de sus espectadores.
El hombre esponja (2002) fue su tercer y último cortometraje hasta la fecha y su lanzadera al largometraje. Y es que no tenía que demostrar más. Con esta cinta sentenció su capacidad innegable como director de actores y su virtuosidad frente a las cámaras.