A mi parecer, la novela de Chesterton es un excelente ejemplo de obra que no envejece bien. Se intuye en ella una suerte de candidez postvictoriana, los personajes son estereotipados y poco creíbles, la forma en la que el autor retuerce la trama para sorprender al lector alambicada e inverosímil, y el final, equívoco, pero que Borges hubiera odiado al instante, porque convierte un argumento fantástico en un sueño, o algo parecido, es tramposo y poco original.