Hace un par de semanas pude estar con José Ignacio Santaolalla, Presidente de LARES (Federación de Residencias y Servicios de Atención a los Mayores, Sector solidario) que aglutina a las 17 asociaciones autonómicas con un total de 625 residencias, 40.000 plazas residenciales y 19.000 empleados. En breve le tendremos aquí en la sección "Homenaje a los blogueros".
Me habló de un reportaje que apareció en El Mundo sobre Roberto Álvarez, un tipo al que conoce, con el título: "El hombre que ha ayudado a morir a 4.000 personas". Roberto trabaja en la Residencia San Camilo de Tres Cantos en la unidad de paliativos donde se encuentran personas con enfermedades incurables. Por allí han transcurridos casi diez años de su vida. Muchas experiencias y emociones de diversa índole con pacientes y familiares. Cada año tiene que despedir a 300 personas (de media una por día) que dicen adiós a esta vida.
Roberto dice: «Hay que ponerse en su piel. Imagina que sabes que te vas a morir. Que tienes que dejarlo todo. A tus hijos. A tu pareja. Perder no sólo la vida, sino tu vivencia… La gente se muere con miedo… Pero, ¿cómo hacer que la angustia se convierta en serenidad triste?», se pregunta. «Sólo puedes ponerte delante de ellos, ofrecerte para escuchar y darles la posibilidad de que elijan: cómo cerrar tu vida con sentido, cómo vivir los últimos días, cómo ser recordado... Se dice fácil, pero es lo más difícil: se trata de aprender a irse» (ver post "Crecer es aprender a despedirse").
Y añade: «Casi todos los días algún paciente te manda a la mierda. El 80% quiere hablar, porque hay soledad y angustia. Lo que más me impacta son esos otros que se tiran minutos en silencio sin mirarte».
No digo más, dejo el reportaje: http://www.elmundo.es/2010/02/07/espana/22231116.html.
Y el video: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/02/06/espana/1265480606.html.
* Hoy recomiendo el artículo: "Iñaki Ochoa de Olza: La Esperanza de la Amistad", en Aprende del Deporte escrito por José Ignacio Rivero; un interesante relato acompañado de 3 videos sobre la muerte en las montañas de Iñaki Ochoa de Olza y los valores que allí aparecieron.