La primera vez que visité Alcoi, un caluroso mes de agosto de 1998, desconocía todo sobre este centro hospitalario y sobre la historia de la laboriosa ciudad alicantina. Nada sabía de la "Revolta del Petroli" ni de que Alcoi había sido el embrión que la Primera Internacional Obrera tuvo en nuestro país. Ignoraba todo de esta ciudad, historia viva de nuestros días, a veces adormecida y de memoria frágil. Las visitas sucesivas me permitieron conocer algunos detalles del pasado y acercarme a algo que nunca hubiera podido imaginar.
En plena Guerra Civil, el 25 de abril de 1937, siendo Ministra de Sanidad Federica Montseny (primera mujer que formó parte de un Gobierno en España), los alcoyanos asistieron a la inauguración de un Hospital de Sangre, conocido como el Sueco-Noruego, que materializaba por sí solo todo un proyecto solidario impulsado por las fuerzas sindicales de los países nórdicos. Alejada del frente, formando parte del corazón industrial de la República, Alcoi fue elegida como el lugar más idoneo para albergar tan singular hospital. Pesó en la elección el hecho de disponer de una reciente construcción, el Edificio Viaducto, levantado con la idea de albergar una Escuela Industrial, pero que con el estallido del conflicto bélico fue prácticamente estrenado como cuartel de las fuerzas de órden público y milicia.
Quizá el desarrollo democrático de los países nórdicos y la mejor formación política de su población, permitieron a ésta percibir en aquel entonces la existencia de un claro enfrentamiento entre dos mundos muy distintos: el de las democracias y el de las dictaduras. La ciudad sueca de Göteborg será el escenario de una cuestación promovida por la Federación Sueca de Sindicatos el día 4 de agosto de 1936, tan solo unos pocos días después del intento de golpe de Estado del 18 de julio que abocó a España a la guerra. A medida que la situación se complica en nuestro país, el movimiento se expande y pasa a incorporar partidos políticos y otras organizaciones sociales , que recogeran fondos con huchas por todas las ciudades de Suecia bajo el lema "Hjälp Spanien Fol" (ayuda al pueblo español).
Paralelamente en Noruega sucederá algo similar. Las organizaciones obreras de aquel país que poco tiempo después será aplastado por la bota nazi, pondrán en marcha una campaña de propaganda sin precedentes que dará como resultado indiscutible una población sensibilizada. Programas de radio, alfileres para las solapas de las chaquetas, publicaciones, emisiones especiales de sellos... Todo contribuirá a una recogida de fondos que hará posibles los primeros envíos de ayuda consistentes en alimentos, material quirúrgico y medicamentos, y que la República Española recibirá a pesar de las posiciones oficiales nórdicas, que promueven la neutralidad ante el conflicto.
En enero de 1937 se producirá un hecho de notable importancia: En París, con una Europa democrática temerosa e inclinada a la "no intervención" a pesar de la actitud de Alemania e Italia, se celebra el primer Congreso de Ayuda Internacional a España. Allí se decide aunar el esfuerzo nórdico y transformarlo en un hospital puntero, capaz de prestar asistencia a los combatientes del Ejército Popular. Suecia y Noruega participarán a partes iguales en el proyecto y encargarán a la Cruz Roja (entidad en cuya fundación algo -mucho- tuvo que ver un miembro de la francmasonería, Jean Henri Dunant) la adquisición del material quirúrgico. El Hospital Sueco-Noruego llegará a contar con su propia red de ambulancias e incluso con un aparato portátil de Rayos X.
Llama la atención la rapidez en la sucesión de los acontecimientos y la eficiente resolución de quienes asumieron esta iniciativa hasta convertir la idea en una realidad: En menos de un año, en Alcoi se asentó un complejo hospitalario con nada menos que 700 camas, y que se mantuvo activo prácticamente durante toda la contienda, gestionado por una pacifista convencida, Nini Haslund, cuyo marido, el médico Kristian Gleditsh, formó parte del contingente de profesionales venidos de Suecia y Noruega para poner en marcha en una primera fase todo el proyecto.
Personal del Hospital Sueco Noruego de Alcoi. En el centro, con camisa de cuadros, Nini Haslund
El personal de nacionalidad española no tardaría en incorporarse al Sueco Noruego: quince enfermeras formadas por la Cruz Roja de Alicante se unieron en un primer momento a la plantilla de trabajadores del hospital. Y figuras de la talla del traumatólogo **Manuel Bastos (que desarrolló su técnica de tratamiento de fracturas abiertas a raíz de su trabajo con heridos en el proceso revolucionario de Asturias del año 1934), encontraron algo más que un espacio de trabajo en el hospital alcoyano.
Alcoi fue bombardeada en cinco ocasiones por la aviacion italiana. Los "Saboya" salían de Pollensa, Mallorca, y soltaban su carga sobre la ciudad, bien provista de refugios (alguno de los cuales se conserva prácticamente intacto -el de Cervantes-). Como consecuencia de esos bombardeos, saltaron por los aires los depósitos de combustible de la estación de autobuses, y se vieron afectadas diversas industrias de la ciudad. No se libró siquiera la plaza de toros -que ya no existe y en cuyo solar se levanta hoy un edificio de oficinas, el Plaza-, próxima al conocido Puente de la Pechina, objetivo de la aviación rebelde -como el resto de los puentes de la población-. Tampoco corrió mejor suerte el Sueco-Noruego pues, aunque nunca fue alcanzado, el hecho de que en el cuarto bombardeo sufrido por la ciudad (16 de octubre de 1938) se arrojaran algunos proyectiles sobre el cercano Puente de Canalejas (denominado el del Viaducto), aconsejaron una evacuación de todos los pacientes hacia instalaciones hospitalarias ubicadas en poblaciones cercanas. Prácticamente el final de la guerra supuso también la desaparición de un proyecto humanitario emblemático sobre el que luego ha pesado el silencio.
Lo que hoy son aulas en el Edificio del Viaducto -ubicadas algunas en el sótano- fueron convertidas en prisión con la ocupación de la ciudad por las tropas de la división italiana Litorio y de las fuerzas franquistas. De la conocida como "cárcel del generalísimo" salieron muchos alcoyanos camino del paredón durante los casi dos años que duró este uso macabro del inmueble. En 1941, el antiguo hospital acoge una exposición dedicada a las "industrias alcoyanas" justo cuando el país atraviesa la peor hambruna de su historia. Finalmente, en 1943, la construcción recupera el uso académico para el que fue ideada originalmente y el viento del olvido comienza a soplar sobre ella.
Grupo de personas, entre ellas varias enfermeras del Hospital Sueco Noruego de Alcoi, posan para la cámara en la escalinata de acceso al edificio.