Revista Cultura y Ocio

El humo dormido

Publicado el 26 junio 2024 por Rubencastillo
El humo dormido

Creo haber descubierto el motivo por el que mis lecturas anteriores de Gabriel Miró (La novela de mi amigo, en época universitaria; Figuras de Bethlem, el año pasado) me habían parecido, si no insatisfactorias, al menos tibias: el hecho de haber recorrido sus páginas “con demasiada rapidez”. Como lector habitual de novelas, soy consciente de que tiendo a desarrollar una excesiva velocidad en mi recorrido por los libros. Y sospecho que en el caso del alicantino Miró ese vértigo resulta perjudicial para el adecuado disfrute literario, porque sus líneas postulan un espacio silencioso y lleno de matices sensoriales, que precisan de lentitud, de atención extrema. Ahora, obligándome a la calma, he paseado durante un par de días por El humo dormido y mi aplauso ha surgido espontáneo.

Si es verdad que somos hogueras y que, con el paso inexorable del tiempo, nos transformamos en ceniza y en humo, revisar ese “humo dormido” que constituye nuestro ayer implica revisitarnos, redescubrirnos, contarnos. Así lo hace Gabriel Miró en las viñetas con aroma autobiográfico que va alineando en este libro, donde el sintagma “humo dormido” se repite dieciséis veces, de forma letánica, como un estribillo del alma. Me ha gustado el deleite sensual de su prosa lenta. Me ha gustado la añoranza apolínea de su memoria. Y me ha gustado tener que acudir al diccionario una d0cena de veces para entender vocablos que, arcaicos o terruñeros, desconocía.

Salvo el tramo final, demasiado impregnado de religiosidad para mi gusto, todo en el libro me ha resultado placentero. Tenían razón quienes me animaban a insistir con el prosista de los ojos claros. Les agradezco el consejo.


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