El imperio de los Sinsexo

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En torno el 70% de los japoneses mayores de 40 años no mantiene nunca relaciones sexuales con su pareja. Por pereza. Leía el titular de un artículo del filósofo y escritor Santiago Alba y no pudo más que sorprenderse y sonreír aunque no necesariamente en ese orden. Después, comenzó a bucear por su cuenta y encontró el documental de DocumentosTV, de febrero de 2012, titulado “El imperio de los Sinsexo”.

Abracadabrante. No hacer el amor por pereza. ¿Una locura? Que levante la mano a quien no le haya pasado alguna vez. Con la legítima, dice. Ya saben, el estrés, el trabajo, los problemas, los hijos, la rutina… ¿Recuerdan cuando querían hacer el amor a toda hora con su pareja? ¿Cuándo la echaban de menos? ¿Cuándo quien ronca a su lado les ponía nerviosos y no de los nervios? ¿Que aún están enamorados? Tranquilos, se les pasará. Porque todo pasa.

Pero, al fin, llegan las vacaciones. Y los problemas parecen menos problemas. Y hacen la siesta y se toman un daiquiri, o dos, y hacen el amor como queriendo batir un récord olímpico. Y la vida parece, de nuevo, maravillosa.

Pero parece que en Japón no se trata de ese tipo de pereza. En el imperio del porno refinado –el sexo industrial supone ya el 1% de su PIB, con más de 20.000 millones anuales-, del capitalismo salvaje y calvinista, tener sexo da pereza por la implicación emocional que conlleva. Por tener que ocuparse del otro, de los sentimientos del otro, del orgasmo del otro. No hay tiempo para relaciones. Para hablar. A decir verdad, las palabras lo complican absolutamente todo.

En cambio aquí, no relacionarse resulta impensable. Todas las emociones son bellas y hay hasta quien las colecciona. ¿Hay, acaso, algo más bello, más privado, que arrancar un gemido al amado en un acto animal, primario, y, sobre todo, compartido?