Revista Arte
Informe sobre Frank Tenda y La Comedia del Arte
Posteado el 7 de enero de 2201
La Comedia del Arte, o The Art Comedy, fue un texto polifónico que empezó a circular por la red a principios de 2131. Inicialmente, se desconocía que fuese un poema. Pero un importante grupo de eruditos consiguió compilar lo que, se cree, es la edición definitiva de aquellos textos dispersos, que podían aparecer en publicaciones electrónicas de prestigio, en estados de Facebook, o en espacios web recónditos de la internet profunda, siempre en verso libre. Tras una exhaustiva datación cronológica de cada fragmento, y su adecuada ordenación, se pudo afirmar que se trataba de un extenso poema, y que tanto “The Journey of Our Life” (“El camino de la vida”), fragmento con el que se inicia la serie, como “Georg Cantor”, último de los textos encontrados, forman parte de una composición única y fractal, la última que vio el siglo XXII en la cultura occidental.
Al principio, nadie dio valor a esos textos, atribuidos a un desconocido Frank Tenda, que los firmaba con una etiqueta digital. Empezó a interesar a los círculos culturales norteamericanos por el idioma que utilizaba. No se trataba del inglés propio de un italoamericano, sino de un inglés genérico sin sustrato oral, la jerga común en los foros de producción científica internacional. Era la primera vez que este tipo de lenguaje se utilizaba para la creación artística.
Cada vez más gente quiso conocer la verdadera identidad que se ocultaba tras el seudónimo de Tenda. Primero creció el interés en el mundo académico. Los fragmentos ocultaban una crítica velada a las más importantes obras de la cultura occidental. Ya desde el título, el escrito inaugural se esforzaba en desmontar el andamiaje de La Divina Comedia. No tardaron en multiplicarse fragmentos igual de corrosivos sobre El Quijote, los dramas de Shakespeare, la música de Mozart, Moby Dick o las películas de Orson Welles. El último estaba dedicado a “El Aleph” de Borges. De los comentarios particulares de cada una de esas obras surgía La Comedia del Arte como un todo, en una estructura inversa a la de las composiciones que inauguran la modernidad. Unas veces se trataba de una simple frase en twitter, otras era una larga entrada en un blog que desaparecía de la noche a la mañana, y que hubiera requerido de páginas y páginas en su versión impresa.
El autor incógnito se ganó pronto el favor de los grupos alternativos y los usuarios críticos. Algunas personas postularon que tras ese nombre se escondía una mujer que se reía de la cultura patriarcal. Mucha gente afirmó que se trataba de un científico latinoamericano de ascendencia indígena que pretendía burlarse de la civilización dominante. Otros decían que se trataba de un escritor africano postcolonial, aunque desde Asia se aseguraba que era un autor chino que había aprendido, no sin dificultades, a expresarse en inglés. Los ecologistas vieron en Tenda a un defensor de las energías renovables. Sus críticos, en cambio, decían que se trataba de un equipo de espías rusos encargados de derrumbar el prestigio de la democracia occidental gracias a un ejército de bots. Lo único cierto era que la celebridad de Tenda aumentaba entre el público conforme se constataba que se estaba mofando de aquellos que detentaban la autoridad de la producción cultural. Se fabricaron camisetas, llaveros y tazas con su nombre. Se organizaron congresos internacionales sobre su obra. Se celebraron festivales poéticos en su honor.
Pero un día cruzó una línea demasiado peligrosa. Se publicó un artículo en un diario digital con su nombre en el que se apropiaba de los poemas de Carlo Danieri, fallecido vate italiano, muy valorado en EEUU, para componer una crítica del capitalismo. La reacción de la viuda de Danieri y de su agente en Norteamérica no se hizo esperar. La querella obligó a las autoridades a ir tras la pista de Tenda.
Mientras los textos seguían apareciendo, se organizó una intervención internacional que pretendía detener al autor, ya que no se podía confiscar la obra. Todo el operativo desplegado confluyó en una calle deshabitada en la que volaban los cartones abandonados, arrastrados por el viento. Allí se localizó una nave industrial frente al Club Paradise, por entonces el local de alterne más grande de Europa, a las afueras de La Jonquera, junto a la línea divisoria entre Francia y España. Según los investigadores, de aquella nave surgían las creaciones firmadas por Tenda. Después recorrían la web mediante una complicada trama de servidores espejo hasta cualquier ordenador del mundo, donde salían publicadas.
La detención se transmitió en directo. Cuando los agentes penetraron en el despacho donde debían encontrar a Tenda, se toparon con un gran servidor, una mesa y una silla de oficina vacía, una silla que había estado desocupada durante años, si es que había sido utilizada alguna vez. Era el aparato informático el que etiquetaba y conectaba los contenidos seleccionados que se publicaban en los distintos rincones del planeta para darles un sentido lógico. Eso había confundido a los investigadores.
Última actualización: 8 de abril de 2218
Fin del informe.