Revista Opinión

El innombrable

Publicado el 11 julio 2011 por Romanas

El innombrable.
A veces, la redundancia es la mejor manera de decir lo que se quiere expresar.
Una de las cosas más naturales que nunca me ha sucedido es mi expulsión del Chat de Saco.  Y eso era lo más natural del mundo y, naturalmente, es lo que no tenía otro remedio que suceder.Aquello no es que sea el peor de todos los chats del mundo es que, además, es profundamente inmundo.No es ya por el esencial regusto que todo el que pasa por allí, para dejar constancia de su enorme talento, siente por verse sumergido en el más  inmenso de los mares de la más canallesca de las bajezas humanas, no, esto que, de por sí, sería suficiente para mirarse por la mañana al espejo y, después, suicidarse de tanto asco como tienen que sentir por sí mismos, no es tan decisivo como el hecho de ver allí, en el espejo, una imagen semejante a la que percibía Dorian Gray, cuando, a hurtadillas, acudía al desván, en donde estaba el cuadro en que se reflejaba cada día ese irreversible escalón al que su alma descendía con cada una de las canalladas que cometía.Porque se tiene que ser muy canalla para escribir todos los días allí, encendidas soflamas del mayor de los izquierdismos del mundo, al propio tiempo que se actúa como lo que realmente son: los peores fascistas que pisan esta desdichada tierra.El otro día yo, aquí, refiriéndome en especial a MB, que ha actuado como decisivo catalizador para demostrar lo que allí ocurre, demostraba que, en realidad, este tío no es sino el más perfecto de los ejemplares del más feroz de los fascismos.Porque el fascismo o no es nada o es, como tan bien nos enseñaron sus supremos maestros, Mussolini, Hítler y nuestro ínclito Franco,  profesar el mayor de los desprecios por cualquier ser humano sólo porque no es de los nuestros, con plena independencia no sólo de lo que hace sino también de lo que dice. Ése era el principal elemento aglutinante de las falanges hitlerianas y de las de Mussolini, el desprecio criminal, asesino hacia los otros, hacia los enemigo, hacia los miserables.Tómese a mí como veraz ejemplo. Yo andaba por allí, por aquel chat, como deberían de andar todos ellos, con la verdad por delante y defendiendo siempre la justicia, muy a contrapelo.Todo el que sabe realmente de qué va esto, admite que la defensa de la verdad y la prosecución de la justicia son las cartas de presentación de la verdadera izquierda.Y allí, en aquel chat, esto, precisamente esto es lo que más se aborrece, lo que más se odia, con un odio inextinguible y no sólo mortal porque, como veremos, va mucho más allá de la muerte.De modo que yo, que decía siempre la verdad, que me atrevía, cada día, a señalar con mi insolente dedo al Dios Sacobaco y decir: “pero ¿es que no veis que el rey no sólo no es un rey sino que, además, está desnudo?”.De modo que no sólo no hubo otro remedio que expulsarme de la peor de las maneras sino que se hizo  por primera vez en la historia algo que ni siquiera la SICAR había intentado, no ya incluirme en el indice de todo lo prohibido sino todavía una prohibición más, NI SIQUIERA PODIA NOMBRARSEME CON MI NOMBRE Y APELLIDOS,   o sea, que se me convirtió en una especie de maldito: EL INNOMBRABLE.Todo esto es tan canallesco como comprensible: que toda esta legión de afeminados intelectuales, que quieren, sobre todo, por encima incluso de vivir su propia vida, aparentar lo que no son, acudan por allí, todos los días, a exhibir esas galas tan ficticias como repugnantes, dada su esencial falsedad, experimenten la misma irresistible necesidad que toda esa gentuza que acude a las pasarelas de la moda o a las tertulias de la telebasura, con el afán irreprimible de no sólo de aparentar lo que no son sino de vivir ese divino instante de falsa y repugnante gloria de engañar a todo el mundo pero sobre todo a sí mismos, pensando, aparentando, fingiendo que ellos son realmente lo que dicen, lo que fingen, lo que les gustaría verdaderamente ser pero no pueden, porque llevan ínsito en lo más profundo de sus almas el gusto irrenunciable por el desprecio a los demás, por un amor ciego e increíble a sí mismos, siendo como son la hez de la humanidad, una especie de basura que se esfuerza todo el día en aparentar no sólo lo que no es sino lo que aborrece a muerte, porque el amor por la verdad, por la sinceridad, el respeto por la libertad de expresión, ese mito del que continuamente hablan sin darse cuenta realmente que nadie va a creer lo que dicen porque no pueden hablar de libertad de expresión mientras persiguen no hasta la muerte sino mucho más allá a gentes como yo, al que no sólo expulsaron abruptamente del chat sino que lo persiguen con toda la saña del mundo, como los nazis a los judíos en  Mauthausen, no sólo decretando su muerte más ignominiosa, sino tratando de borrar todo vestigio siquiera de su existencia para lo que el Sumo Sacerdote se inventó un nuevo y pavoroso castigo que ni siquiera se halla en los libros, me llamó “el innombrable”, o sea alguien que no sólo no tiene derecho a existir sino tan siquiera a que se le nombre.Y así, ahora, uno de sus abyectos cipayos, al propio tiempo que hace gala de sus mejores vestimentas demócratas, defendiendo a ultranza a esos de la IU extremeña que han dado el poder total a la ultraderecha, aprovecha la ocasión para decirle a su fascista jefe:“#178 Comentario por Asmodeo 10/07/2011 18:33....Otra cosa que te pido es que dejes de hacer referencias a la Gata Flora. Si al final han terminado como gozosa y acaramelada pareja de baile en el blog del Innombrable, con su pan se lo coman. Son agua pasada. Yo por mi parte no pienso hacerles publicidad”.Ésta es, pues, la trilogía que ahora adoran aquellos increíbles fascistas genuflexos: Saco, que como un Hitler cualquiera, prohíbe siquiera pronunciar mi nombre, MB, que cumple el mandato sáquico a rajatabla y el inefable Asmodeo, que se lo recuerda.


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