Revista Cultura y Ocio

El inquietante morbo para ver televisión abierta

Publicado el 29 marzo 2017 por Miguelj14

El inquietante morbo para ver televisión abierta



Si en México hay un tópico al hablar de televisión es que ya nadie la ve. Incluso, si deseas verte inteligentemente atractivo a los ojos de los demás, puedes decir que no ves televisión, con los siguientes argumentos: "No hay nada bueno qué ver", "No tengo tiempo" y el contundente "No tengo televisión". Claro que es inimaginable pensar que alguien no tenga tele en su casa, o que sobreviva sin ella (Hay humor en esta sentencia).

Pese a lo extrañas que resulten las repetidas declaraciones del director general de TV Azteca, Benjamín Salinas, donde pone en el centro del mundo a los millennial al decir que esta generación de personas entre 20 y 35 años ocupa diariamente tres horas seis minutos frente a la TV, no resultan del todo disparatadas. Más si se piensa en Enamorándonos -el reality show de TV Azteca en el que la mayoría de sus participantes tienen esta edad-, el cual le ha dado los ratings más altos por las tardes. Esto no confirma que los millennial vean la televisión durante tres horas, pero tampoco descarta que genere interés en ellos.


El programa en sí no es más que una muestra de la telebasura que siempre se ha hecho en México: esa en la que personas comunes exhiben su vida e incluso su intimidad, con una historia dramática inverosímil pero que incita al escándalo, al enfrentamiento personal y a la humillación de los participantes. Además de que los de Enamorándonos sienten que están conquistando a todo aquel que los vea, cuando la verdad lo que proyectan es bastante deficiente y lleno de clichés.

Sin duda ha sido el programa más exitoso desde la renovación de Azteca 7 en octubre del año pasado -donde inició Enamorándonos, ahora se transmite en el canal principal de Azteca-, pero también es lamentable ver qué dicho programa fue por lo que se apostó en lugar de Nada es lo que parece, el talk-show de Carolina Rocha, el cual tocaba temas sociales y que si bien no tuvo fuerza al inicio, mejoró con la inclusión de los ocurrentes Fernando Rivera Calderón y el monero Antonio Garci. Incluso el crítico de televisión Álvaro Cueva declaraba que podría convertirse en algo como lo hecho por Oprah Winfrey en Estados Unidos. Pero el programa fue cancelado y ahora Enamorándonos está en la boca de las personas.


Y así lo podemos ver con Televisa y Las Estrellas, donde tras el segundo cambio que anunciaba Emilio Azcárraga Jean en agosto del año pasado, gran parte de los mexicanos se convirtieron en expertos de los late night shows y criticaron que "Esta noche con Arath" era una copia de "The Tonight Show with Jimmy Fallon", sin siquiera darle una oportunidad para verlo.

Aunque la producción de Adriana Bello pecó de pretenciosa al querer ser un espacio de libertad política y cómica, invitando a políticos sin cuestionarlos y burlándose de AMLO, Carmen Aristegui y la CNTE (nada nuevo que no hiciera Televisa), era un experimento más interesante que lo hecho por Israel Jaitovich durante años en la empresa y que, extrañamente, sigue haciéndolo.

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El programa de Arath de la Torre salió y en su lugar entraron dos series de "comedia", si así se les puede llamar, una con Adrián Uribe y otra con "El Burro" Van Rankin, la última comparada con Two and a Half Men (Dios quisiera que se pareciera por lo menos un poco). Estas dos series poseen el mismo humor misógino y homofóbico que ha caracterizado a Televisa. Si algo tenía "Esta noche con Arath", era que no compartía este humor. Las dos comedias se mantienen en la programación.

Si volteamos a ver la barra de noticias de Televisa, sucede algo semejante. Si bien aquí se ha consolidado con Despierta, el noticiero de Carlos Loret de Mola que incluso ha tenido momentos que marcan la agenda del día, los cuestionamientos se han dirigido hacia el noticiero nocturno de Denisse Maerker, 10 en Punto.

La crítica se ha centrado en que si "no ha dado el ancho" o si es lo mismo que el anterior noticiero conducido por Joaquín López Dóriga, o que si la reemplazará el mismo Carlos Loret de Mola. Las críticas no han sido lo suficientemente duras para señalar la necedad de Televisa por mostrar a los mismos rostros. Como si los líderes de opinión política salidos de las escuelas de comunicación y periodismo no existieran. Como si cada año no se graduaran, como si no tuvieran la preparación suficiente y no pudieran conectar con la audiencia mexicana. Porque, ¿en serio estamos encantados con alguien que sólo crea polémica por la razón que sea y que se siente simpático también sin razón?

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Imagen intenta aparecer en el panorama, con un noticiero nocturno que luce por su dinamismo visual y la personalidad de Ciro Gómez Leyva, así como las ficciones políticas-sociales semejantes a lo presentado por Cadena Tres en su momento. Sin embargo, no ofrece ningún formato nuevo, menos rostros nuevos, lo cual no tendría por qué tenerlos, pero tampoco tiene motivos para no arriesgarse con ellos y más si se supone es una nueva cadena de televisión abierta nacional.

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Es difícil creer que los mexicanos no veamos televisión abierta, menos que la dejemos de ver en algún momento. Porque si con algo se podría comparar la televisión abierta es con el América. Ninguna persona que no sea americanista ve los juegos del América y sin embargo, casi todos los mexicanos hablan de ellos cuando sucede algo.

Lo mismo que el América hace con los reflectores quitándoselos a clubes como Pachuca, por poner un ejemplo, lo hace la televisión abierta con el Canal Once, ese canal público que por años ha pedido a gritos entrar en la mente de los mexicanos.

Y es que si no son muestras como los programas con enfoque social de Cristina Pacheco, como "Aquí nos tocó vivir" o "Conversando con...", es el programa propositivo "Hacer el bien"; o el programa de análisis de actualidad Espiral, conducido por Ricardo Raphael y donde fluye la pluralidad a través los invitados; o el programa de entrevistas para conocer a escritores mexicanos como es Palabra de Autor, que conduce Mónica Lavín; o esos ejercicios únicos en el entretenimiento como son Fest Jumpers, que visita los festivales de música de todo el mundo; ¿qué decir del único late night que ha traído temas de profundo análisis a discutir por las noches, como es Solórzano 3.0? Ni hablar de la única sitcom de Canal Once, con humor blanco e ingenioso como fue Fonda Susilla.

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Lo más probable es que no hayas oído de varios programas pero es que ¿quién ha hablado de ellos? Lo primero que pensamos al hablar de televisión en México, es hablar de Televisa y TV Azteca. Pero también quizá porque son programas que brillan en contenido, ese mismo contenido que exigen quienes se precian de las señoras que ven telenovelas y programas como "La Rosa de Guadalupe" -siempre referencia al momento de hablar de Televisa, aunque sólo se ubique el icónico airecito de la rosa-, pero nunca se toman el tiempo de ver la demás televisión mexicana.

Si algo vino a traer la dispersión de los millennial y el contenido abundante y a la mano de Netflix, fue encender a los directores de las televisoras para hacer otro contenido, pero también debería despertar a los consumidores a conocer otras cosas en la misma televisión mexicana y considerar qué es lo que representa ésta. Si no lo hacemos seremos personas de la televisión que supuestamente criticamos y aborrecemos: basura y morbosa.

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