[Actualizado] Cuando se quiere tirar de populismo, del recurso fácil, siempre se mira al sur. Es la regla que siguen sistemáticamente los dirigentes catalanes que, cada cierto tiempo, no dudan en soltar una soflama ‘anti-andaluza’ para calentar el ambiente o para ejemplificar el supuesto maltrato que sufren de las administraciones públicas. En el pasado, lo hicieron Montserrat Nebrera, que arremetió contra el acento de Magdalena Álvarez, “que parece un chiste”. Y también el diputado nacional de CiU, J. A. Durán i Lleida, que puso en duda la idoneidad del PER para comunidades como la andaluza (otros nacidos en Madrid como Esperanza Aguirre o Ana Mato también, también se sumaron a la 'fiesta' con críticas a cuenta de las ayudas públicas o de la falta de cultura).
Ahora, con las espadas en todo lo alto en las elecciones catalanas, el presidente de ERC, Joan Puigcercós, vuelve a recorrer ese sencillo camino. En un discurso victimista y patético, este señor lamentó ayer que el Estado español tiene en su punto de mira fiscal a Cataluña, mientras que en Andalucía “no paga ni dios”. Esta afirmación, que define al personaje que la pronuncia, ha sido rebatida por las cifras oficiales en varias ocasiones. Pero la utiliza en un mítin sin datos y con el único objetivo de alimentar el enfrentamiento entre dos pueblos que, al margen de la clase política, están unidos. Lo están porque miles de andaluces, que viajaron allí en momentos de dificultad, hoy cotizan, pagan impuestos, generan riqueza y aportan como los que más en esa tierra. Y hoy, más de un millón de esos catalanes a los que se dirige este señor descienden de habitantes de la comunidad andaluza.
Pero lo más sangrante no son las declaraciones infundadas y populistas de un político mediocre, sino la falta de reacción de un pueblo andaluz que, por desgracia, se ha acostumbrado a ser el saco de boxeo utilizado por algunos frustrados representantes de la res pública. Sin contar con la tibia reacción del Gobierno andaluz, los ciudadanos han recibido con una triste pasividad unas declaraciones que son un nuevo ataque y un agravio digno de una respuesta contundente. Pero, mientras se permitan ataques de este tipo sin alzar la voz, sin dar un puñetazo en la mesa, el insulto seguirá siendo el recurso más fácil ante la falta de argumentos.
Actualización: El señor Puigcercós, lejos de dar marcha atrás, insiste en una entrada en su blog personal en el argumento nuevamente introduciendo un pequeño matiz: no quería ofender a nadie. Faltaría más.