Revista América Latina
El Intendente de los indios PampasEDUARDO AGÜERO MIELHUERRY· Las calles del AzulEl Intendente de los Indios PampasLa centésima trigésima sexta calle de nuestro recorrido fue bautizada, en 1997, con el nombre de Santiago Avendaño, quien fuera amigo y lenguaraz del Cacique Cipriano Catriel, teniendo una destacada actuación como intérprete y mediador en la frontera.Por Eduardo Agüero MielhuerryTrabajo declarado de Interés Legislativo y Comunitario por el Concejo Deliberante de Azul.En el siglo transcurrido desde que el Presidente de la Corporación Municipal, Federico Julián Olivencia, le impuso nombres a las 36 calles que tenía el pueblo -denominadas hasta entonces con números romanos-, y el decreto que denominó tres arterias en diciembre de 1979 (O’Connor, Obligado y Py), Azul se transformó y creció radicalmente.Hacia 1888 la cuadricula del pueblo –pronto a ser declarado ciudad-, había crecido equilibradamente con la incorporación de ocho denominaciones establecidas mediante el Decreto N° 354 promulgado por el intendente Pedro Oubiñas, incluyendo el nombramiento de dos “avenidas”. El deslumbrante siglo XX acarreó cambios e incorporaciones a la lista de calles azuleñas. Algunas perdieron sus primigenias denominaciones y otras surgieron gracias a la Ordenanza N° 782, del 18 de octubre de 1924, mediante la cual el Honorable Concejo Deliberante, por unanimidad, le impuso nombres a veinte nuevas arterias abiertas y/o rectificadas en su trayecto. El proyecto había sido presentado y tratado por una Comisión especial integrada por Eduardo Berdiñas, Gregorio Motti, Francisco Gilardoni y Pedro Guiraut. Días después, éste último, que era el intendente Municipal de aquel entonces, la promulgó.En 1942, durante la administración del intendente José María Peluffo, se denominaron cinco avenidas, tres de las cuales fueron caracterizadas como “de circunvalación”, delimitando concisamente los que se creían iban a ser los límites de la ciudad. Sin embargo, como pronto fue evidente, Azul no se detuvo en su desarrollo.Pasada la mitad del siglo XX, el crecimiento poblacional se vio acentuado, extendiéndose notoriamente la ciudad. Inclusive, el intendente Ernesto María Malére creyó que era conveniente modificar el sistema de denominación pasando a sistema numérico. Sin embargo, los vecinos no se adaptaron al mismo y quedó implementado solamente para algunas calles que permanecieron sin nombre o se continuó usando a los fines catastrales. La “Comisión Municipal de Investigaciones Históricas del Partido de Azul”, a cuyo frente se hallaba el historiador azuleño Vicente Porro -quien contaba con la incansable colaboración de la poetisa María Aléx Urrutia Artieda-, hacia 1956 propuso la incorporación a la lista de calles azuleñas nuevos nombres, los cuales fueron propuestos a sabiendas del significado que los mismos acarreaban para la historia lugareña. En consecuencia, mediante el Decreto-Ordenanza del 12 de noviembre de 1956, firmado por el Comisionado Guillermo Rodolfo Sarmiento, se le impusieron nombres a quince nuevas calles de la ciudad. Años más tarde, continuando con los cambios y algunas incorporaciones, llegaron dos nuevas denominaciones al ejido azuleño, Juan Bautista Justo y Carlos Pellegrini, dos personalidades de peso en la política nacional que marcaron indudablemente nuestra historia. Ambos nombres fueron impuestos durante las administraciones de los intendentes Pedro Armando López y Julio Villanueva. Al iniciarse la década del ’70, Azul vivió una interesante etapa de expansión en una época compleja. La primera nueva denominación que apareció por entonces en la cuadricula urbana fue General Martín Miguel de Güemes (Decreto del 14 de junio de 1971). Luego fueron bautizadas las calles: Perú, Ecuador, Colombia, Guyana, Venezuela, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia (Decreto del 9 de junio de 1972); Manuel Chaves (Ordenanza N° 147 del 5 de septiembre de 1974); Maestras Azuleñas (Ordenanza N° 271 del 21 de julio de 1975); Tierra del Fuego y Antártida Argentina (Ordenanza N° 362 del 23 de septiembre de 1976).Como marcamos al comienzo, el 16 de diciembre de 1979 -un siglo después de aquél decreto fundamental de marzo de 1879-, otro decreto, en este caso el N° 441, marcó el cierre de un ciclo con la incorporación de nombres tales como Teniente de Marina Eduardo O´Connor, Teniente Coronel de Marina Erasmo Obligado y Comodoro de Marina Luis Py. Empero el crecimiento de Azul no se detuvo y, finalmente, en la década del ’80 aparecerán nuevos nombres reemplazando a otros y dos nuevas denominaciones en la cuadricula urbana: Cruce de los Andes y María Aléx Urrutia Artieda, en los barrios San Martín y Santa Elena, respectivamente.Marchas y contramarchasLa década del ’90 estuvo caracterizada por una sucesión de errores suscitados en distintos puntos de la ciudad y con diferentes arterias. Por sólo mencionar algunos casos: dos calles distantes fueron bautizadas con el mismo nombre, dos calles paralelas también recibieron la misma denominación y otra fue rebautizada sin considerarse que primigeniamente la arteria tenía el nombre de un destacado intendente. Pero además, sin dudas, la principal novedad de ésta década será la utilización de nombres de especies arbóreas para denominar a las calles, iniciando una modalidad que se repetirá en la primera década del siglo XXI.El 21 de noviembre de 1984, cuando faltaban pocos días para que se cumpliera un nuevo aniversario del fallecimiento de Santiago Avendaño, el intendente Rubén César De Paula recibió una carta firmada en primer término por Cándida Paulina Avendaño de Fiori, a quien seguían Leontina Avendaño de Molina, Teresa Avendaño de Caamaño, Libia Avendaño de Allocati y Justo Santiago Avendaño. Entre sus párrafos la misiva destacaba: “En nombre de mis hermanos y en el mío propio, nietos del Teniente Coronel don Santiago Avendaño, me dirijo con la consideración más distinguida al señor Intendente con el fin de poner en su conocimiento que en el año 1977, en un acto especial realizado en el ‘Museo Squirru’ de esa Cuidad, en homenaje a nuestro abuelo, durante el cual hicimos entrega de documentos personales referentes a su vida que estaban en nuestro poder, recibimos de las entonces autoridades presentes en el acto, la formal promesa que se le daría el nombre de nuestro ilustre antepasado a una calle, paseo o plaza de la Ciudad, lo que permitiría recordar en forma permanente a sus habitantes, a una figura que si por sus virtudes ciudadanas ejerció una notable influencia entre sus contemporáneos como militar, merece por su comportamiento ejemplar de soldado que rayara en el heroísmo por su valentía sin par en el campo de batalla, el homenaje que la Historia no debe retacearles a quienes supieron ganárselo en la lucha total y sin claudicaciones a la que entregara desde niño por la libertad y engrandecimiento de la Patria.Como descendientes directos del Teniente Coronel don Santiago Avendaño, solicitamos al señor Intendente, dado que aún nada se ha concretado de lo prometido en la oportunidad, pese a la reiteración de nuestro pedido, que haga suyo el proyecto tan caro a nuestros sentimientos (…).”. La respuesta al pedido se hizo esperar algún tiempo más. Sin embargo, mediando también la solicitud de la Comisión Vecinal del Barrio San Francisco de Asís, el 29 de septiembre de 1986 se sancionó la Ordenanza N° 399 a través de la cual se le impuso nombre a cuatro calles del barrio, entre ellas la Calle N° 98, que recibió el nombre de “Intendente de los Indios Pampas Teniente Coronel Santiago Avendaño”. Según determinara la misma disposición “Las designaciones afectarán a los tramos de calle comprendidos entre las de General Paz y Comandante Matías B. y Miñana”, y agrega “las designaciones aludidas afectarán al sector de calles comprendidas dentro de los límites del Barrio San Francisco de Asís, por cuanto la zona aledaña no ha sido aún parcelada; lo que no impide que en el futuro la denominación alcance a sectores de calle que se abran al tránsito, en la medida en que esa área del ejido urbano tenga crecimiento que así lo determine.”. Años más tarde, precisamente en 1997, mediante la Ordenanza N° 1.526, aprobada el 14 de abril, se modificó la designación de las calles teniendo en cuenta “los nuevos complejos habitacionales, la demarcación y apertura de nuevas calles. Y la necesidad de nominar las calles del sector de acuerdo a los planos catastrales”. Lo curioso es que a través de este cambio, se le asignó el nombre de Avendaño a la Calle N° 97. Pero dicha arteria ya poseía el nombre de General Manuel Escalada. En consecuencia la cuestión se solucionó mediante la Ordenanza N° 2.936, del 28 de junio de 2010, la cual contemplaba que “se ha incurrido en errores de tipeo. Que en algunos casos estos errores originan ‘desvirtuación’ del objetivo de regulación perseguido…”, por lo que se les incorporó a varias arterias del sector la denominación de “Diagonal” (sin uso en la práctica cotidiana de los vecinos), para tratar de corregir la superposición de denominaciones. El intendente Ernesto María Malére había promulgado el 11 de julio de 1953 la Ordenanza N° 18 (disposición sancionada por el Concejo Deliberante el día 8) mediante la cual se enumeró del 1 al 59 a las calles paralelas a la Avenida Intendente Juan José Mujica (que le correspondía el 1) y del 60 en adelante desde la primera arteria paralela a la Ruta Nacional N° 3. Dicha disposición no tuvo aceptación en la comunidad, pero se la continuó empleando a los fines catastrales. De acuerdo con esta disposición, a pesar de las marchas y contramarchas, actualmente se considera, según las ordenanzas, que a la calle Avendaño le corresponde el número 97, igual que a la calle General Manuel Escalada, que corre paralela en algunos sectores. De cautivo a intérpreteSantiago Avendaño nació en San Juan el 25 de julio de 1833. Fue hijo de Domingo Avendaño y Felipa Lefevre.En medio de un salvaje malón al sur de Santa Fe, el pequeño Santiago de tan solo 7 años de edad fue raptado por la tribu del cacique Painé Gourr (Zorro Celeste). En las tolderías quiso el destino que quedara bajo la tutela del indio Caniú, con quien aprendió a la perfección el idioma mapuche y se transformó rápidamente en nexo entre “blancos” y originarios. A pesar de haberse ganado el aprecio de muchos indios y de jugar un rol importante como “el niño que habla con el papel”, gracias a su capacidad como interlocutor, su afán se centró siempre en reencontrarse con su familia, pero no lo logró.En noviembre de 1849, con la ayuda del coronel unitario Manuel Baigorria, conocido como “el cacique blanco” (exiliado entre los indios), emprendió su fuga desesperada, alcanzando tras siete días San Luis y luego la ciudad de Buenos Aires. Durante casi dos años permaneció en los cuarteles de Palermo y en 1852, tras la caída del gobernador Juan Manuel de Rosas, fue liberado y designado como Intérprete Oficial del Gobierno Nacional. En su primera misión como lenguaraz integró una comitiva oficial que partió de Buenos Aires hacia las Salinas Grandes para entablar tratativas con el cacique Calfucurá.Gracias a sus conocimientos de las costumbres y el idioma aborigen, Avendaño pasó a actuar en acciones de guerra, inclusive como intérprete del coronel Granada, confiriéndosele el grado de subteniente de Guardias Nacionales.En el Azul…En 1857 revistó como traductor de lenguas indígenas y jefe de la compañía de baqueanos de la Primera División (llamada “del Azul”) del Ejército de Operaciones del Sud, que llegó hasta Pigüé. En 1859, Santiago contrajo matrimonio en la Iglesia de la Merced con la porteña Edelmira Genoveva Montenegro San Martín. La joven, que por entonces contaba con tan solo 15 años, había nacido el 3 de enero de 1844 (bautizada en la Iglesia de la Merced el 1 de mayo del mismo año); era hija de Manuel Montenegro y Teresa San Martín (sobrina del Libertador).El matrimonio tuvo al menos cinco hijos: Agustina Edelmira (28 de agosto de 1861), Paula (23 de junio de 1866 – falleció antes de cumplir 1 año), Climaco Santiago (30 de marzo de 1868), Maira Felipa (11 de abril de 1873), y Máxima Matilde (15 de abril de 1870).En febrero de 1868, Avendaño volvió al Azul y aceptó el puesto de Alcalde del Cuartel 1°. Hacia 1871, el presidente Domingo F. Sarmiento nombró Cipriano Catriel como “Cacique General de las Pampas” teniendo en cuenta el liderazgo que éste desempeñaba y su actitud un tanto proclive a negociar o “arrimarse” a las costumbres de los “blancos”. A su vez, Avendaño, que desde hacía algún tiempo mantenía una estrecha relación comercial con Catriel y su gente, poco más tarde fue nombrado como gestor de intercambios, acuerdos y tratados bajo el título de “Intendente de Indios”.En la memorable batalla de San Carlos, acaecida en marzo de 1872, la cual marcaría el final del dominio de Juan Calfucurá, las fuerzas de Cipriano Catriel combatieron en apoyo del ejército comandado por el general Ignacio Rivas. Al ver que sus lanceros actuaban a desgano, Catriel usó a Avendaño como intermediario ante Rivas para que éste le facilite un pelotón para fusilar por la espalda a quienes eran reticentes al combate.La victoria ante Calfucurá quedó garantizada así como el odio que algunos catrieleros comenzaban a sentir contra su Cacique. A fines de 1874, Bartolomé Mitre fue derrotado en las elecciones presidenciales por Nicolás Avellaneda, pero no aceptó el resultado y se lanzó a la “revolución”. Entre los efectivos que respondían a Mitre se encontraba el jefe de Frontera Sud, general Ignacio Rivas, quien se acercó a la vivienda de Avendaño en Azul (esquina Oeste de las actuales Moreno y Belgrano) y le encomendó que convenciera a Catriel para sumarse a la lucha. Avendaño trató de disuadirlo, pero finalmente aceptó y convenció al Cacique para que se involucre. El final estaba escrito…La muerte de “El Intendente de los Indios Pampas”Cipriano Catriel había realizado pactos con las autoridades de Buenos Aires y se había establecido con su gente en la zona del Azul. Siguiendo consejos de los “blancos” combatió contra la Confederación de Tribus que comandaba el araucano Calfucurá y llevó a su pueblo a luchar contra sus hermanos aborígenes.Tal vez ingenuamente, poniéndose del lado de su amigo Ignacio Rivas, se había enredado en las luchas políticas apoyando a Bartolomé Mitre y tras ser derrotado éste, el mismo Catriel fue hecho prisionero.El Cacique, que estaba a punto de emprender el retorno a sus tierras, fue sorprendido por el arribo del comandante Hilario Lagos (h) al frente de las tropas nacionales. Lagos le mandó parlamento, intimando a Catriel a la rendición, pues su adhesión al movimiento mitrista era intolerable para el gobierno de Nicolás Avellaneda. El capitanejo Moreno, hombre de Juan José Catriel se encargó de transmitir el mensaje de Lagos. El recado era sencillo y en él le prometía que no dañarían a su gente, mas le informaban que su hermano Juan José sería el próximo cacique general. Sin mediar palabra, el “trompa’’ Martín Sosa, hombre de Cipriano, lo degolló a Moreno sin vacilar. Al contemplar esta escena la indiada se enardeció y de inmediato se agitó. El capitanejo Peralta se echó sobre Catriel pero un lanzazo del cacique lo dejó tendido, agonizando. Catriel emprendió la retirada hacia un potrero llamado Quentrer, junto a miembros de su familia, acompañado además por varios vecinos de Olavarría y su lenguaraz Avendaño.No faltó mucho para que el comandante Lagos se apersonara en las inmediaciones del asentamiento catrielero intimándolos a la deposición de las armas. Así lo hicieron. El 18 de noviembre, el comandante Hilario Lagos capturó al cacique Cipriano Catriel. El comandante les hizo la falsa promesa a los prisioneros de que nada les iba a pasar...Llegados al campamento, Catriel, Avendaño y Sosa quedaron presos en cepo de lazo. Así los dejaron día y noche, al sol y bajo la lluvia, miserablemente alimentados. El coronel Julio Campos en nota al ministro de Guerra, dejaba constancia que: “mi opinión es que si Catriel ha de ser juzgado, debe serlo por los mismos indios, pues es práctica que así se haga. Entregándose los criminales a los caciques de la tribu, para que ellos procedan según sus usos”. El 25 de noviembre de 1874, los tres fueron entregados a la indiada para ser juzgados. Los salvajes rugían alrededor de sus víctimas, blandían las lanzas, alzaban cuchillos. La punta de una lanza rasgó el pecho de Catriel. Enfurecido, Cipriano rompió sus ataduras, se destapó los ojos que traía vendados con un trapo y le arrancó de las manos la lanza a su agresor. Los salvajes se arremolinaron alrededor de él. A pesar de la furia con la que se defendía, su cuerpo se tiñó de sangre. El combate fue cuerpo a cuerpo, pero la supremacía numérica definió la situación. Un lanzazo por la espalda dejó al joven Cacique sin aliento. Catriel cayó al suelo sin soltar la lanza. Avendaño y Sosa ya habían sido ejecutados, empero él no se resignaba a correr la misma suerte. Sin pausa siguió luchando, pero todo fue en vano. Sucesivos lanzazos mutilaron su cuerpo. Juan José Catriel bajó de su caballo y avanzó hacia su hermano que se desangraba inerte. Con desdén fijó su vista en su víctima y sin dudarlo, con su largo facón, lo decapitó.Los cadáveres fueron arrojados temporalmente en una zanja. Las cabezas de las víctimas primero fueron expuestas como símbolo del nuevo poder que pretendía erigirse y luego fueron arrojadas por la ventana en la casa de Santiago Avendaño en el Azul. Mayúsculo mensaje.Descansar en PazUn documento de la época reza: “El 26 de mayo (1875), el Cura Vicario de Azul dio licencia para sepultar el cadáver de Santiago Avendaño de 41años, traído de Olavarría, muerto el 25 de noviembre de 1874 como consecuencia de heridas de lanzas inferidas por indios”.Para culminar…La calle Santiago Avendaño fue la vigésima tercera arteria incorporada a la cuadricula de Azul durante la década del ’90, siendo a su vez la primera en incorporarse en la zona del barrio San Francisco de Asís.El próximo domingo nos ocuparemos de la calle Cabo Daniel González. Agradecimientos y fuentes
Muchas gracias a Norma Iglesias por su incansable y enriquecedora guía por los senderos de la historia azuleña.Muchas gracias a Stella Tumminaro del Concejo Deliberante de Azul. Muchas gracias a Alicia Medel y Norma Binzuña del Archivo Municipal.Muchas gracias a Chelita, Daniela y Alicia de la Biblioteca Pública “Monseñor César A. Cáneva”.Hemeroteca de Azul “Juan Miguel Oyhanarte”.Claudio E. Aquerreta. “Los caciques Catriel”. (1976). Talleres gráficos Cogtal.Walter Minor. “Historias de Olavarría”. Sitio Web. Alberto Sarramone. “Catriel y los indios pampas de Buenos Aires”. (1993). Biblos. Azul. Alberto Sarramone. “Historia del antiguo pago del Azul”. (1997). Biblos. Azul.