Tramo perteneciente al puente del Ángel Custodio
El Jardín del Turia ocupa el viejo cauce del río ofreciendo un recorrido de unos nueve kilómetros que miran hacia el mar. Alejado del tráfico y volcado a todo aquel amante del deporte y de la naturaleza, la belleza de este espacio al aire libre viene marcada por la pequeña aventura de pasar por debajo de los puentes y poder admirarlos desde otra perspectiva diferente. Espacios de piedra fusionados con la abundante vegetación y agua que nos vamos a encontrar en nuestro recorrido y la posibilidad de hacer un alto en el camino para visitar los monumentos que tenemos a la orilla del cauce.
Allí donde el río Turia abrazó a la Valencia amurallada durante siglos, el hombre optó por desplazar su protagonismo. Un río tranquilo que de vez cuando, si embravecía, inundaba cultivos, huertas y viviendas y arrastraba consigo aquellos puentes construidos con madera y piedra. Fue a raíz de la última riada de 1957 cuando optaron por desplazar su cauce a la altura de Quart de Poblet y crear un gran muro de hormigón. Y el viejo cauce quedó vacío. Fue alrededor de los años ochenta del siglo pasado cuando decidieron crear un pulmón verde para Valencia. De ambientes vegetales, culturales y de ocio muy diferentes. En el último tramo, muy cerca del mar, levantaron la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Un espacio vanguardista en el que los edificios aparentaban cascos galácticos o estructuras óseas de dinosaurios.
Puente de Serranos
Aunque cada uno puede optar por descender al Jardín del Turia desde algunos de los puentes vamos a iniciar nuestra ruta en el Parque de Cabecera. Un rincón donde, un gran lago con actividades y una colina artificial, es aprovechado por numerosos excursionistas para pasar el día, descansar y pasear. Al lado del Parque de Cabecera se encuentra el Bioparc.
Parque de Cabecera
El Jardín del Turia tiene un carril bici por cada orilla del cauce. De todas las formas, a veces está tan concurrido, que podemos optar por zigzaguear entre los muchos caminos que atraviesan pequeños bosques y senderos y que están completamente solitarios.
Avanzamos hacia el firme de tablas de madera para pasar por el puente del Nueve de Octubre, uno de los puentes modernos. Y aunque en estos tramos es donde mayor concentración de campos de futbol, de atletismo, pistas y circuitos de patinaje nos vamos a encontrar, entre ellos existen zonas de bancos, fuentes y algunas pinadas.Van apareciendo los viejos pretiles con bolas de piedra y cantería que se construyeron para defender a la ciudad de las crecidas del Turia. El primer puente histórico, San José, nos adentra en la Valencia histórica. Miramos hacia arriba y nos observan las Torres de Serranos y su viejo puente de piedra. Aquel que daba paso a los caminantes que llegaban desde la serranía. Otro puente le sigue, Trinidad, el más antiguo de todos. Antes de llegar a él, aparece la iglesia del Temple a nuestra derecha. Un monasterio que fue donado por Jaime I a la Orden del Temple y que más tarde pasó a la Orden de Montesa. Cuentan que en el lateral del torreón fue donde los musulmanes colgaron el pendón real de Jaime I en señal de rendición.
Puente de Serranos
En la otra orilla del jardín aparece el Museo de Bellas Artes de Valencia. En este momento aparece tapado porque están restaurando su fachada. Y entre puente y puente histórico aparece uno blanco, moderno, con forma de peineta. Es el llamado Puente de la Exposición que nos llevaría, si saliéramos del cauce, al edificio de la Exposición Regional de 1909. Un periodo de cambio y modernización de Valencia.
Puente de Exposición
Y si nos ha llamado la atención este puente por su altura y forma el que vamos a atravesar ahora es todo lo contrario. Pequeño, pero muy hermoso. Es el polémico Puente de las Flores que está adornado durante todo el año por flores estacionales proporcionando aromas y colores diferentes en cada estación.
Puente de las flores
El siguiente puente, el del Mar, nos introduce en el rincón más hermoso, para muchos visitantes del Jardín del Turia. Un espacio con densa vegetación de pinadas, montículos, fuentes y lagos. Numerosas columnas de estilo griego. Vergeles de palmeras y pérgolas con formas piramidales. Circulamos entre la vegetación mediterránea y el aroma a azahar mientras controlamos el equilibrio entre las fuentecillas de estilo árabe. Laberintos de setos, pequeños prados y rosaledas. Y un gran lago que acompaña al Palau de la Música. Pérgolas, bancos y música…
Puente del Real
La aparición del Parque Gulliver nos va señalizando que estamos llegando al final del recorrido. Aunque está cercado y en mitad del cauce, su entrada es libre. Un lugar de diversión para niños y adultos donde el gigante aparece tumbado en el suelo inmovilizado por los liliputienses. Repleto de sorpresas, esta escultura está llena de escaleras, toboganes, miradores y rampas.
Y muy cerca del mar, el Jardín del Turia se adentra en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Un espacio totalmente diferente al que hemos estado viendo durante todo el cauce. Por caminos de losas rojizas vamos avanzando entre L'Hemisfèric y el Museo de Ciencias Príncipe Felipe que están acompañados por estanques y rosaledas hasta llegar al final del recorrido que lo marca el puente más alto de todos los que hemos visto: el Parotet o Azud de Oro.
Puente Azud de Oro
Son doscientas treinta hectáreas divididas por tramos y señalizadas por pequeños mojones en el cauce derecho y situados en el suelo. Jardines repletos de vegetación, agua, pistas deportivas, bosques, prados, carril bici, caminos y senderos, estanques, fuentes, bancos y zonas de ocio donde cada uno puede disfrutarlas a su manera. Un gran pulmón verde de Valencia donde mover el corazón, respirar y disfrutar de la naturaleza en pleno centro de la ciudad.¿Otros recorridos por la ciudad?
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