[6/10] De nuevo, los alienígenas se han convertido en una amenaza para la Tierra, y las fuerzas del Ejército Internacional necesitan un salvador que se enfrente a los Insectores. Tras una minuciosa búsqueda y observación, el elegido es el joven Ender… pero antes del ataque definitivo, debe dársele una adecuada por lo que es enviado a la Escuela de Batalla. Serán días de adiestramiento y de estudio de estrategia, pero también de conocimiento de uno mismo y de esfuerzo por comunicarse con un entorno hostil, tanto del exterior como de la propia Escuela. “El juego de Ender” parte de la saga de ciencia-ficción de Orson Scott Card, para añadir la espectacularidad de la puesta en escena que le imprime Gavin Hood y ayudar al espectador a pasar un rato entretenido y poco más.
La película opta por la aventura y el juego, y deja de lado cualquier atisbo de realismo dramático o de especulación apocalíptica. Asistimos, más bien, al divertimento de una pandilla de amigos que se enfundan trajes espaciales para entablar una batalla contra la gravedad y contra un enemigo virtual… a la espera del real. A la vez, Hood incorpora la estética del videojuego y una fotografía de fríos tonos azules para hacer su particular aproximación a una realidad en la que todo parece estar intercomunicado: pensamientos, sueños, temores, juegos de consola… y una amenaza tan real como tergiversada y falsa… porque no era tan fiero el león. ¿Queremos realmente acabar con el juego? ¿De verdad los Insectores son los enemigos? Son preguntas que el intuitivo Ender lanza al coronel Hyrum Graff y al espectador, consciente de que algo turbio se cuece a sus espaldas.
Nuestro joven héroe ha sido formado para una misión de guerra preventiva, obligado a seguir las reglas o responder con instinto asesino. Sin embargo, él no es como su colérico hermano ni como esos disciplinados reclutas que ejecutan sin personalidad las órdenes recibidas. Él es lógico y sensato en sus reflexiones y tiene una opinión propia, busca aglutinar a su entorno y sacar lo mejor de cada uno, sabe imponerse sin humillar y es noble con sus amigos. Tiene, en definitiva, madera de líder y gravedad contrastada para superar la frustración o la injusticia, pero sobre todo tiene un conocimiento intuitivo que le permite conocer al enemigo, y un corazón de oro que hace que, entonces, llegue a quererle… y se sienta incapaz de destruirlo. En él se dan cita la compasión y la rectitud necesarias para saber que más importante que vencer es el modo de hacerlo. En eso se diferencia del coronel, su mentor, instructor y hábil estratega… y también ejemplo de quien se mueve por miedo y sin escrúpulos a la hora de arbitrar los medios para alcanzar su objetivo.
En esta historia de reclutas y héroes, Valentine -hermana de Ender- es un personaje secundario pero trascendental en el devenir de los acontecimientos. Ella fue desechada por la Flota Internacional para la misión por carecer de instinto asesino, como antes lo fuera el primogénito de la familia por su incapacidad para conocer al enemigo. Ahora, Ender parece hacer asumido las cualidades de uno y otro, y ser el instrumento idóneo para llevar a buen puerto la empresa… pero su sensibilidad y sentido de la justicia hacen que abandone cuando se le obliga a emplear la violencia. A todas las cualidades anteriores ha sumado una conciencia moral y un convencimiento que las cosas se pueden resolver hablando y comprendiendo al contrario, concediendo espacio y buscando una salida airosa para todos. Ha aprendido a vivir sin miedo -ese sentimiento que empuja al coronel a la guerra destructiva- y eso se lo debe a su hermana Valentine, que le conoce bien y que le hace ver que si abandona su misión es… por miedo al fracaso.
La película resulta, sobre todo, interesante por esas ideas de diálogo, perdón y convivencia… que convierten al alienígena en un nuevo E.T. con el que comunicarse y del que hacerse amigo -hay una escena que es un guiño al clásico de Spielberg-, a los reclutas en unos inmaduros soldaditos de juguete, y a sus oficiales en un equipo de irresponsables que echan más leña al fuego de una escalada de violencia. Los efectos especiales y la espectacularidad de las imágenes están conseguidos, no así un guión que se repite entre tanta simulación y chiquillada hasta perderse en el espacio estelar y hacer que la historia se haga algo pesada, con unas interpretaciones insulsas al servicio de Asa Butterfield, niño que enamoró con su inocencia y sus ojos azules en “El niño con el pijama de rayas” o en “La invención de Hugo”, y que aquí responde al prototipo de héroe con peso específico y gravedad, con personalidad y atractivo.
Calificación: 6/10
En las imágenes: Fotogramas de “El juego de Ender” (Ender’sgame), película distribuida en España por eOne Films Spain © 2013 LurtzmanOrciPaperProducts, OddLot Entertainment y Summit Entertainment. Todos los derechos reservados.
- “El niño con el pijama de rayas”: una mirada de inocencia al horror
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Publicado el 11 noviembre, 2013 | Categoría: 6/10, Año 2013, Ciencia-ficción, Críticas, Hollywood
Etiquetas: Asa Butterfield, EL juego de Ender, El niño con el pijama de rayas, Gavin Hood, guerra, La invención de Hugo, Orson Scott Card, violencia