Hace poco hice un ranking de comportamientos sociales en base al componente genético que los influencia. La onda de las bitácoras es escribir artículos cortos pero en ese caso me extralimite en el grado de síntesis y me quedé con ganas de explicar un poco más acerca del juego del ultimátum.
Se trata, medio de un juego, medio de un experimento económico. Básicamente se le da a una persona una cantidad de dinero, por ejemplo 100 dólares. Luego se le indica que debe ponerse de acuerdo con otra persona para poder quedarselo. Los dos jugadores interactúan para decidir cómo dividir la suma que se les da. El que tiene el dinero propone cómo dividirlo entre los dos jugadores, y el segundo decide si acepta o no la propuesta. Si el segundo jugador rechaza, ninguno de los jugadores recibe nada. Si el segundo jugador acepta, el dinero se repartirá de acuerdo a lo que propuso el primer jugador. Se juega sólo una vez para que la reciprocidad no interfiera en las decisiones.
¿Cuál es el resultado más frecuente? Pues que se reparta el dinero equitativamente (50 para cada uno) o con una leve ventaja para el que tiene el dinero (60 para el que propone y 40 para el que acepta). Generalmente se suelen rechazar propuestas donde el que propone pretende quedarse con más del 70% del capital.
Para empezar es evidente que, a pesar de lo que digan muchos economistas, el beneficio no es el único factor a tener en cuenta en un intercambio comercial. Las personas tienden a rechazar propuestas muy injustas a pesar de que el aceptarlas termine siendo más conveniente que rechazarlas. Las fuerzas que impulsan estos comportamientos son el egoísmo/generosidad por un lado y la búsqueda de las justicia por otro.
El criterio de justicia no es exclusivamente humano, un experimento con monos que voy a buscar en youtube y que si you tuve suerte va a estar acá abajo (perdón por el chiste malo) demuestra que estos animales buscan ser tratados de forma justa. Incluso llegan a rechazar una propuesta que les otorga un beneficio por no considerarla satisfactoria en ese sentido.
La influencia cultural en el comportamiento del que decide si acepta o no un trato injusto es evidente pero también es lo es el hecho de que compartamos esta característica con animales de los cuales nos hemos “separado culturalmente” hace varios millones de años. Evidentemente parte del comportamiento es genético y otra parte es cultural. Como vimos en el ranking este componente genético podría estar alrededor del 42%. La metodología para obtener estos resultados es la misma que la utilizada en el artículo sobre la influencia genética en la política.
Por otro lado el egoísmo del que propone no parece tener un componente genético, algo bastante extraño porque la empatía tiene un componente genético importante