Raúl Castro juega al gato y al ratón, y en lo que sueña con comerse el queso norteamericano, de paso, se da una vuelta por Argelia y Rusia, para también traerse un poco de queso de los viejos amigos.
De regreso pasa por Roma, y como no tiene escrúpulos en reunirse primero con el diablo y luego con Dios, se le presenta al Papa como un corderito, pero debajo de ese disfraz habita un lobo.
Con cinismo, Raúl Castro se burla de Su Santidad, Francisco I. Dice que en su visita a Cuba le acompañará a todas sus misas. Eso quiere decir que no habrá libertad de participación, porque la policía política creará un cerco férreo para evitar que los opositores levanten un cartel o griten reclamando el fin de la dictadura. Todos recordamos la visita del anterior papa, Benedicto XVI, y cómo la dictadura tenía a los segurosos disfrazados de enfermeros de la Cruz Roja, los que de inmediato golpearon y apresaron al joven que gritó “Libertad”.
Irónico, porque piensa que tiene controlado o manipulado al Papa Francisco –eso solo lo sabe Dios–; dice que terminará orando, aunque sepamos que eso, en realidad, signifique que intentará convertir al Papa en militante comunista.
No obstante, me niego a desestimar al Santo Padre, y ojalá que en realidad su verdadera intención sea la de organizar esta habitación de su casa, y de una vez por todas, quitarnos al Cardenal Jaime Ortega, el eclesiástico más dócil de la historia de la iglesia en Cuba.
He escuchado que la Seguridad del Estado mantiene sobre él un chantaje imposible de encarar, gracias a unas dolorosas fotos. Pero solo son rumores, aunque sean lógicos según los procedimientos de la KGB, y donde la Seguridad cubana bebió sus oscuros conocimientos.
Soy optimista aunque viva de una desilusión en otra. Creo en la transparencia de las personas, en esa necesidad de dormir con limpieza, aunque la mayoría demuestre lo contrario.
Pidamos que el espíritu del gran Juan Pablo II acompañe al Papa Francisco y salga triunfante de ese encuentro con los viejos Castro.
Ángel Santiesteban-Prats
14 de mayo de 2015
Prisión Unidad de Guardafronteras
La Habana