Tratándose de una película con trazas de comedia y teniendo en cuenta la temática, sería muy sencillo hablar de “cables pelados” o similares, pero además de enfocarlo con optimismo (que no sin vicisitudes, que el drama acaba ganando la partida a la sonrisa), El lado bueno de las cosas (más que título, declaración de intenciones) no toma ni mucho menos a la ligera el espinoso mundo de la debilidad mental y el dolor de corazón, y es por ello que se merece el mayor de los respetos por nuestra parte.
Un guión inteligente con diálogos ingeniosos y situaciones a veces surrealistas rozando lo bobalicón ponen el escenario y los focos que iluminan el poderoso gran argumento que tiene la obra, que no es otro que la enorme química (fundamental en una cinta de este tipo) que hay entre los protagonistas. El caso es que parece tan obvio como sencillo, pero es un factor delicado que ha estropeado cientos de intentos románticos de seducir al espectador. Sin embargo, Jennifer Lawrence y Bradley Cooper, que en apariencia no pegan demasiado, son grandes actores, y cuando están bien dirigidos y con un guión adecuado, ambos tendrían química con un chimpancé.
Quizás algo “sobreaplaudida”, la cinta sorprende por la desgarradora sensibilidad y el respeto hacia el ser humano, y despliega con honestidad y sencillez el discurso de que todos tenemos derecho a un sitio en el mundo, que cada palo sostiene su vela, y que si no luchamos nosotros para escapar de la desdicha, nadie podrá hacerlo en nuestro lugar. ¡Excelsior!
Dirección: David O. Russell. Título original: Silver linings playbook. Duración: 122 min. País: USA. Intérpretes: Bradley Cooper (Pat), Jennifer Lawrence (Tiffany), Robert De Niro (Sr. Pat), Jacki Weaver (Dolores), Chris Tucker (Danny), Julia Stiles (Veronica), Shea Whigham (Jake), John Ortiz (Ronnie). Guión: David O. Russell; basado en la novela de Matthew Quick. Producción: Bruce Cohen, Donna Gigliotti y Jonathan Gordon. Música: Danny Elfman. Fotografía: Masanobu Takayanagi. Montaje: Jay Cassidy y Crispin Struthers. Diseño de producción: Judy Becker. Vestuario: Mark Bridges.