Revista Infancia

El lado oscuro de la paternidad: Rabietas

Por Viviendo Con Peques @ViviendoCpeques

Tendemos a compartir en redes sociales los momentos bonitos, únicos e irrepetibles de nuestra vida (el llamado postureo ;-) ) y al final parece que todo es sólo eso cuando en verdad todos tenemos algún que otro problema o dificultad en nuestra vida. Lo mismo pasa con la maternidad y paternidad, compartimos los momentos bonitos pero eso no quiere decir que no tengamos enfados, rabietas, momentos de agobio y dudas como padres a todas horas.

http://www.geekets.com/wp-content/uploads/2011/02/mini-darth-vader.jpg

Hoy he vivido uno de esos momentos difíciles con mi hijo y me apetecía compartirlo en el blog, porque a mí me gusta mucho la disciplina positiva, he dado charlas sobre rabietas infantiles porque no me convence el modo de afrontarlas que nos han contado, estoy acostumbrada a estar con niños por mi trabajo…pero a la hora de mi propio hijo nada de eso me sirve; aún el niño más bueno en casa tiene enfrentamientos con sus padres, luchas de poder, rabietas…y el mío no iba a ser menos. Yo también pierdo los nervios a veces, grito o me enfado y, como todo padre luego me siento tremendamente mal por ello; pero creo que lo importante es ir aprendiendo de las situaciones para poder hacerlo mejor la próxima vez. No enseñan a ser padre en ningún sitio, y sin duda para mí es el trabajo más bonito del mundo, pero también el más difícil. Nosotros estamos en un aprendizaje continuo en esto de ser padres mientras nuestros hijos crecen y nos necesitan constantemente como apoyo y como ejemplo a seguir, tanto en los buenos momentos como en los malos.

Como os decía me gusta mucho el modelo de disciplina positiva, que consiste en ser firmes y amables a la vez. Podemos poner normas y establecer límites pero para ello no hace falta gritar ni hacer sentir culpable al niño constantemente, que al final es lo que más solemos hacer. Hoy he tenido suerte de que fuera sábado y me haya podido tomar su super rabieta con la tranquilidad necesaria y así poder gestionarla del modo que a mí me gusta (no quiere decir que sea el bueno, sino el que a mí me parece más adecuado para mi hijo); si hubiera sido un día lectivo seguramente hubiera terminado todo yéndose de las manos; porque no sé si os habéis fijado, pero la misma situación en momentos distintos nosotros, como padres, la gestionamos de modos totalmente diferentes.

Hoy estábamos durmiendo los tres juntos, pues habíamos pasado hacía un rato a Álvaro a nuestra cama porque así aguanta un poquito más y no nos hace levantarnos a las 8 de la mañana; pero de repente se ha despertado y ha preguntado si era de día y se podía levantar ya y como le hemos dicho que había que esperar un poquito más ha empezado a llorar y gritar como un loco y a coger una super rabieta (por suerte no suele coger muchas de estas). Esta vez no me he agobiado porque despertara a los vecinos ni porque me “molestara” que gritara y llorara, así que me he limitado a decirle que como le he explicado había que esperar un poquito más, que yo retrasaba el reloj 5 minutos y que cuando sonara me dispondría a levantarme, pero que él tenía que esperar a ese momento, y que si no quería esperar se fuera levantando él sólo, pero que yo hasta que no sonara el reloj no lo iba a hacer. Entonces ha empezado la rabieta por no conseguir lo que quería (rabieta voluntaria), yo pacientemente (por suerte) he seguido tumbada mientras él gritaba, lloraba y pataleaba (si tenéis hijos no hace falta que os explique mejor como son las rabietas) y cuando ha sonado el reloj me he levantado. Le he recordado que eso era lo que había dicho que haría y que en ese momento ya nos podíamos levantar.

En ese momento la rabieta voluntaria ya había pasado a ser involuntaria, ese momento en el que los niños siguen llorando sin parar y ya no saben por qué. Ese momento es el idóneo para ayudar al niño a desbloquear el cerebro, y luego una vez calmado tratar lo que ha ocurrido, con las explicaciones y consecuencias necesarias, pero si entonces nos ponemos a decirle que está castigado o a gritar podemos terminar armando un auténtico caos sin solucionar absolutamente nada.

Álvaro me decía que no podía parar de llorar así que había que desbloquear ese cerebro y ayudarle a salir de esa situación a pesar de no estar para nada contenta con su forma de actuar. Hemos probado con un abrazo pero no era suficiente, así que a las 8:30 de la mañana, él con pijama y abrigo y yo con pijama y bata hemos salido a la calle. Está demostrado que el movimiento ayuda a que el cerebro entre en calma y por eso hemos salido a andar y correr un rato (menos mal que no nos ha visto ningún vecino porque habrían pensado que me voy de cabeza). Hemos estado un rato así y ya se ha calmado, así que hemos vuelto a casa.

Ha tocado un rato de sofá, dibujos y relax y cuando he visto que estaba calmado del todo he hablado con él; el porqué de que se haya comportado así (una de sus respuestas ha sido que también quería venir a Comarruga con nosotros, así que creo que algún sueño le ha jugado una mala pasada), le he explicado porqué no debe comportase así, y las consecuencias que habría por ello, pero con calma y sin gritos. Él lo ha entendido bien, hemos charlado un rato y, de momento, nuestra vida ha vuelto a la calma. Aunque pronto volveremos a tener alguna nueva dificultad, que afrontaremos como podamos, pues no estamos preparados para todo.

Como anécdota contaros que una de las cosas que utilizo mucho para ayudarle a volver a la calma en momentos de enfado es el abrazo, y Álvaro ya lleva unos días en los que cada vez que me enfado me dice “anda ven mamá, que te voy a dar un abrazo para que te encuentres mejor” :-) y en ese momento yo muero de amor y ya se me olvida todo.


El lado oscuro de la paternidad: Rabietas

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista