[6/10] Una vida robada por el destino y otra levantada sobre la mentira, una realidad inspiradora y una ficción cautivadora, un pasado recordado y una conciencia forzada hasta que la verdad se nubla. Esa es la síntesis de la sugerente “El ladrón de palabras”, opera prima de Brian Klugman y Lee Sternthal que se encargó de clausurar la pasada Seminci y también el festival de Sundance, y que ahora llega a la cartelera. Rory Jansen es un escritor que celebra un nuevo éxito editorial… cuando un anciano le sale al paso y le comunica que la novela que le dio fama y prestigio era suya, que la historia que se recogía en sus páginas era su propia vida de amor y trabajo, truncada por decisiones equivocadas y por avatares del destino. El encuentro se ofrece a cada escritor como un intento por esclarecer la verdad y separar realidad y ficción, y también como ocasión de catarsis y purificación para dos vidas levantadas sobre la frustración y el fracaso, manifiesto en el caso del anciano y oculto en el del escritor.
No son vidas paralelas, sino vidas superpuestas y confundidas sobre el papel, en una labor de plagio y suplantación sobre la que el espectador nunca llegará tener certeza de si es como dice el misterioso anciano o si Rory es en verdad un talentoso creador de ficciones muy cercanas a la realidad. Asistimos al debate sobre los derechos de autor y la honestidad del creador (y copiador), sobre las difusas y permeables fronteras de realidad y ficción, sobre el lenguaje y contenido que cada palabra encierra y que va más allá de la secuencia de letras y signos, sobre el conocimiento de la propia identidad en un mundo en que el individuo se comporta como el nuevo Pigmalión para quien la imagen y trabajo se antepone al amor. Eso es lo que contemplamos en la búsqueda desaforada de éxito que uno y otro se proponen, y esa lección transmitida por el anciano es lo que se desprende de ese “su novela me ha encantado” con que Rory se despide de su inspirador.
No sabemos si el anciano es real ni tampoco si lo que cuenta sucedió realmente. Sólo es seguro que Rory tiene un problema de conciencia, de personalidad y de felicidad, y que ese encuentro será decisivo para su vida o para una nueva novela. La estructura en cajas chinas con que está construida la película hace que nos movamos en el tiempo y en el espacio (real e ilusorio) con tremenda facilidad y fluidez, gracias a un buen montaje y a una narrativa diáfana… aunque recurra a demasiados tópicos y no se decida a profundizar. La presencia de Jeremy Irons llena cada una de las escenas en que está, y su rostro convence más que todas las palabras que se puedan escribir. Frente a él, Bradley Cooper no puede hacer más que secundarle como puede y tratar de no rebajar la historia. Aunque hay momentos melodramáticos sobre todo en París, estos quedan mitigados por una historia fría que parece un cuento moralizante que un anciano dicta a un hombre maduro pero de mirada ambigua y poco franca -buen trabajo de Dennis Quaid-.
La historia del escritor y del ladrón está bien contada y se sigue con facilidad, gracias a un guión preciso y construido con corrección aunque poco original, que no pierde en ningún momento el objetivo que se marca… y que no es otro que el de jugar entre la verdad real y la inventada, entre una vida en que la que se esquivan las consecuencias de las decisiones y otra en la que se asumen. Por eso, por encima de los pormenores de aquel manuscrito oculto y perdido, preferimos centrarnos en esa segunda oportunidad que se da al novelista de éxito… ya venga de la mano del remordimiento y la imaginación o del pasado real y rescatado.
Calificación: 6/10
En las imágenes: Fotogramas de “El ladrón las palabras”, película distribuida en España por DeAPlaneta © 2012 Animus Films, Benaroya Pictures y Serena Films. Todos los derechos reservados.
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Publicado el 3 noviembre, 2012 | Categoría: 6/10, Año 2012, Críticas, Drama, Romance, USA independiente
Etiquetas: Bradley Cooper, Brian Klugman, Dennis Quaid, El ladrón de palabras, Jeremy Irons, Lee Sternthal, literatura, mentira, realidad