Revista Psicología

El legado de todos mis terrores

Por Carolina Guzman Sanchez @RevistaPazcana
Artículo Narrativo No.004 – 04 de marzo de 2021

Por Kominsky*

El 4 de Abril de 1980 un autobús con 12 pasajeros a bordo, irrumpió violentamente la cerca frontal de la Embajada del Perú en La Habana. El propósito: solicitar asilo político y abandonar la isla de manera segura y definitiva.

El desenlace: protección inmediata a los disidentes por parte del personal de la embajada del Perú, conflicto diplomático entre ambas naciones, retiro de la guardia policial cubana al edificio y alrededores, multitudinaria irrupción de miles de desencantados con el gobierno revolucionario que comandaba Fidel Castro en busca del mismo fin. Escapar.

El Final: el éxodo del Mariel.

Transcurrieron 11 días hasta que las primeras embarcaciones provenientes de Miami amarraran al puerto de Mariel a tan solo a 40km de La Habana.

Aquel impulso, irrumpir en la embajada a bordo de un autobús, resultaría en 6 meses de repatriación y éxodo de más de 120mil cubanos hacia el puerto de Cayo Hueso, La Florida.

Familias, solitarios, mayores, menores, profesionales, ociosos, convencidos, obligados, presos de pensamiento ideológico, presos comunes, anónimos, artistas, inconformistas.

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Todo aquel que quisiera abandonar la revolución socialista, “no los queremos, no los necesitamos” manifestó Castro.

Y así fue, con éxito y fracasos, se fueron sucediendo los días que marcaron un episodio drástico y cargado de significados, de comportamiento social y cultural, donde todo aquel enemistado con el liderazgo comunista, sabía que su salida estaba en el mar.

En esa larga lista, provisto de su descontento y una diminuta maleta, Reinaldo Arenas logro escapar de Cuba alterando una letra en su documento (la “e” por una “i”) y embarcar en un camaronero como “Reinaldo Arinas” tras no ser identificado o recibir  el veto de la seguridad revolucionaria.

El legado de todos mis terrores

Arenas, escritor distanciado de la revolución, reunía dos requisitos fundamentales para el aval de su salida de la isla, era homosexual y escritor crítico del liderazgo gobernante, pero al mismo tiempo reunía uno de los más graves para impedir su salida, era valorado un peligro para el gobierno fuera de la isla.

Su historia puertas adentro de Cuba, contenía todo tipo de acontecimientos, conflictos, enfrentamientos y huidas, algunas de ellas pagadas con cárcel que no precisamente fueron suficientes para aplacar una postura desafiante que se dilataba en la suma de vivencias y frustraciones.

Pero no todo el trajinar de Arenas en la isla fue descontento. A las puertas del triunfo de la revolución sobre el régimen de Batista, supo colaborar con los rebeldes, alzar la voz por la causa, formarse como contador agrícola bajo los programas socialistas, trabajar para la revolución y defender una filosofía que iba mas allá del pasado reciente en la isla.

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Todo funcionaba, hasta que según sus palabras, los hechos comenzaron a transcurrir contra mano de su naturaleza. Los agricultores ya no eran campesinos o propietarios sino jornaleros, los estudiantes ya no eran seres en formación sino objetos de adoctrinamiento. Todos aquellos sueños con los que había comenzado a identificarse, se transformaron en obstáculos a su idea de la libertad y el “hombre nuevo”.

Las cosas no cambiaron en su traslado del interior hacia La Habana, al menos lo relacionado con sus estudios, ya que la capital, su ritmo, su bohemia y aquel sub-mundo que le sería tan funcional a su obra, recién comenzaba a absorber su tiempo y delinear la actitud con la que aspiraba transitar su vida.

Al tiempo que trabajaba en la Biblioteca Nacional de La Habana, participa en el concurso de escritura de la “UNEAC” (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) obteniendo el premio “Mención” con su obra

 “Celestino antes del Alba”, única publicación de su autoría editada en Cuba.

Se rodea de escritores como Lezama Lima y Virgilio Piñera y se aleja de otros como Carpentier y Guillen, a los cuales consideraba funcionales al régimen.

Transcurrida la primera mitad de la década del ’60, todo lo que sucedía dentro de Cuba se diseccionaba entre actitud revolucionara o actitud contra revolucionaria, la suerte o desgracia de las personas estaba sujeta a la categoría que se encuadrara su fidelidad a la causa.

Los espacios para escritores como Arenas, no ofrecían mucho terreno de expresión ni de apoyo, es más, cada vez se acercaban más hacia la nulidad rozando la censura.

Ya en Estados Unidos, el autor en una de sus tantas definiciones sobre su pasado y su presente, verbalizaría que “la diferencia entre el sistema comunista y el  capitalista, es que aunque los dos nos den una patada en el culo, en el comunista te la dan y tienes que aplaudir, y en el capitalista te la dan y uno puede gritar”.

Cautivado  por la dinámica intelectual de Nueva York, fija su base creativa y hace valer su independencia de movimiento alternando etapas en Europa (donde se concentra su mayor caudal editorial fuera de Cuba), defendiendo su carácter disidente y asentando su denuncia al gobierno revolucionario.

Eran los años 80’, y el mundo conocía por primera vez mediante una publicación médica la sigla que cambiaria la manera de relacionarse y de interactuar, el VIH (Sida) impactaba por su carácter de epidemia y por su consecuencia mortal.

Reinaldo Arenas seria diagnosticado con el virus en el año 87’, tratado con los métodos y cuidados existentes en la época, los cuales no lograban frenar el deterioro inminente y al cual Arenas en su espíritu vital y vertiginoso, no pudo soportar.

Tres años después de aquel diagnostico, imposibilitado de escribir y trascender a través de su  espíritu creativo,  egresa de manera voluntaria del hospital y se recluye en su departamento en el barrio de

 “Hell’s Kitchen”.

Allí, ausente de todo estimulo existencial toma la decisión de poner fin a su vida, mezcla  pastillas con alcohol, no sin antes dejar como testimonio una despedida en clave de denuncia y liberación.

“….Solo hay un responsable: Fidel Castro….”, para cerrar su deposición con una frase infinita, “….Cuba será libre. Yo ya lo soy.”.


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*Kominsky, nacido en Uruguay lector, articulista y narrador de raíces profundas en lo etérico. Ecléctico como pocos, comparte su punto de vista con nuestros contenidos.

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