Revista Opinión

El liberalismo español — Un análisis de la Constitución de Cádiz (I)

Publicado el 18 junio 2014 por Liberal

Señores lectores: Es probable que muchos lectores se asombren de que exista un liberalismo español y que yo me dedique a defenderlo aquí. Pero para eso estamos aquí – para informar. Entonces, ¿cómo es que me dio por ahí? Ah, pues el otro día servidor se encontraba bajo una palmera tropical en Miami y aunque hacía mucho calor, nunca dejo de pensar en la historia y en el terrible olvido en el que ha caído el liberalismo, especialmente porque muy poca gente conoce realmente el liberalismo español. Estaba tomándome un aguardiente (sí sí, ¿qué pasa?) junto a un compañero aquí que nació en la ciudad de Santiago de Cuba y su deseo es que Cuba vuelva a ser parte de la Corona española, en calidad de Comunidad Autónoma. El joven entonces me hizo pensar en algo que yo mismo había olvidado. Señor, ¿y la famosa Constitución de Cádiz? ¿Por qué no habla usted de ella en su bitácora para que los hispano hablantes aprendan un poco sobre su propio liberalismo? ¡Caramba! Es verdad – ¡tenemos también un liberalismo propio! ¿Y de qué va ese liberalismo? Bueno, tranquilos, que esto se pone bueno. Es un liberalismo que nada tiene que ver con lo que os enseña el golfo Juan Ramón Rallo o su padrino Jesús Huerta de Soto. Esos muchachitos del Instituto Juan de Mariana ni siquiera conocen la historia del liberalismo español. ¡Lo pretenden secuestrar con esa caradura que les caracteriza! Aquí no cabe ese “libegalismo” ultra-anarquista, falsario, manipulado y precocinado en sedes con oscuros intereses contra precisamente las capas más débiles de la sociedad española, contra los más ignorantes, contra los que se dejan manipular por esas serpientes. Hace poco, leí en un muro como la señora María Blanco, miembro conocido del Instituto Juan de Mariana, dijo que yo decía “mentiras” sobre ellos y todos sus lamebotas en el muro le dieron la razón. Oye, María Blanco — te conozco – te conozco mucho, ¿te acuerdas de nuestro encuentro en la Estación de Atocha donde yo te devolví el libro de Mises, propiedad de Gabriel Calzada? Señora, ¿por qué no vienes aquí a esta web y le explicas a mis lectores en qué miento sobre el Juan de Mariana? ¿Por qué no vienes? Ven aquí, dínos en qué miento. Yo no te tengo miedo, no os temo. ¿Por qué no lo haces entonces? Aquí lo que sobra es la libertad, y no es un negocio como en tu instituto. Aquí no traficamos con la libertad a cambio de 2 monedas de plata. Jóvenes lectores — aquí tenéis el número del Instituto Juan de Mariana en la capital española: 91 221 9824. Pregunten por María Blanco y díganle que aquí tiene siempre la puerta abierta para explicar en qué “miento” supuestamente sobre el Instituto. ¿Es que acaso es mentira que sois anarcocapitalistas, María Blanco? ¿Es que acaso es mentira que Aguirre ha mostrado su apoyo a tu instituto? ¿Es que acaso es mentira que seas una enchufada en el San Pablo CEU de Madrid, donde no enseñas sino haces propaganda del anarquismo manipulado? ¿Es mentira que Gabriel Calzada hizo el ridículo en el Senado de los Estados Unidos? ¡¡Pero, ¿de qué hablas, Maria?!! ¿Y qué opinión tienes, María, de este criminal artículo escrito por un presunto delincuente, Jorge Valín, en el que incita a cometer delitos, incluído la compra ilegal de ARMAS, violando así el Artículo 18 de Código Penal de nuestro país? Sí, María, ven aquí y habla en vez de hablar detrás de mi espalda.

Bien, pasemos entonces ahora a hablar del liberalismo realmente democrático, y de la tradición liberal española.

Miami es una ciudad que realmente te aporta algo positivo a ratos. Es una ciudad en la que los hispano hablantes han impuesto su sello y un sentido del respeto que no se reproduce en ninguna otra parte del mundo inglés, en el que a menudo lo hispano es visto como algo inferior, analfabeto, de obreros ignorantes. Pero no es así en Miami. En Miami, los amos hablan español. No, no es exageración señores. En Miami hay que hablar español para moverte. Aquí nadie usa el inglés – todas mis clases las doy en español, en las tiendas te hablan en español, en el supermercado, en la oficina del médico. Los jóvenes sí usan el inglés entre sus amigos pero si te ven mayor o de otro país, usan el español. Como yo soy joven aún, los jóvenes aquí primero me hablan en inglés porque suponen que yo lo hablo (y así es) pero nada más empezar a hablar les digo que también hablo español si prefieren y sí, usamos el español. Hay algunos estadounidenses, exclusivamente del “Tea Party” extremista, que odian que en Miami se tenga que hablar en castellano. Pues mirad, señores de la tetera – MUCHO ANTES de que los ingleses llegaran a EEUU, la FLORIDA ENTERA era española ¡¡durante 150 años!! Las raíces de la Florida, al igual que California, Texas, Colorado, el sur de Alabama, Arizona, Nuevo México y Nevada son de origen español. La población de Miami es 75% de origen hispano. El idioma español es un idioma muy fuerte y la gente no va a hacer como hicieron los italianos – asimilarse y perder su lengua. No sois nadie para decirle a la gente en qué idioma hablar con sus amigos o entre familiares. Si yo no estoy hablando contigo, no me digas en qué idioma debo hablar. En Miami, los que hablamos español NO vamos a dejar de usarlo solo porque a algunas personas no les guste y quieran imponer un idioma oficial en todo el país. Tranquilo, que si tú hablas inglés y yo quiero algo de ti (venderte algo, por ejemplo), verás lo rápido que vamos a usar el inglés aquí. Porque cuando se trata de ganar dinero, todos hablamos la misma lengua.

En el mundo de los amos, que hoy en día hablan inglés, la historia española no es asociada jamás con el liberalismo ni con la innovación constitucional. De lo que más hablan es de lo negativo de España – se centran en la conquista española de las Américas, en la terrible inquisición contra los que somos protestantes y otros aspectos negativos de nuestra historia — el papel del temido y liberticida Felipe II y Carlos I. La política exterior española tuvo un gran impacto sobre Europa y el Nuevo Mundo. La inquisición fue una herramienta de la terrible Iglesia Católica liberticida para impedir el auge del protestantismo en los territorios hapsburgos.

Pero lo cierto es que España, en cuanto a pensadores liberales, nada tiene que envidiarle a los países de orígen inglés. En el año 2004, dije en la Universidad de Columbia que si queremos aprender de la libertad, deberíamos mirar a la historia española. Las respuestas de repudio no tardaron en llegar. Al día siguiente de mi columna en el periódico universitario, una manada de ignorantes mencionaron que a España solo se le puede conocer por su inquisición y su genocidio contra los judíos y los indios de América. Muchas cartas en contra fueron escritas por americanos de orígen judío. Si yo fuera judío, reconozco que odiaría a España, pero lo que no se imaginaban esos judíos era que yo SOY PROTESTANTE y los protestantes TAMBIÉN fuimos perseguidos en España. No por ello podemos negar la historia del liberalismo español. Cuando les mencioné que soy protestante, se quedaron con la boca abierta. Ya no tenían argumentos. Eso sí, pidieron disculpas –una virtud que los españoles sí deberían a imitar de los países de origen inglés – reconocer nuestros errores.

La Constitución de 1812 nos abre una ventana al liberalismo español del siglo XIX. La Constitución de Cádiz deja bien claro que el liberalismo ya se conocía de sobra en España. Si el rey hubiése aceptado su autoridad reducida bajo la Constitución gaditana y si las potencias extranjeras no hubiésen intervenido como sí hicieron usando a FRANCIA como vehículo, la historia española habría sido muy diferente. Demostraré, con hechos históricos en la mano, que ningún país europeo es quién para darle lecciones de liberalismo a España. Es más, la palabra “liberal” nació en España.

La Constitución de 1812 es claramente un documento liberal que demuestra un grado sofisticado del entendimiento sobre el liberalismo que tenían los españoles que la redactaron en aquella época. De hecho, es la primera constitución de Europa que aporta un marco liberal constitucional para la monarquía. Sí, Inglaterra, os lo recuerdo.

Felipe V, a diferencia de los hapsburgos (una dinastía muy superior a los decadentes borbones afrancesados) no estaba acostumbrado a lidiar con tantos parlamentos territoriales, que es realmente lo que encaja con nuestro carácter español — la España foral, la regionalista y anti-centralista. En España, cada territorio tenía sus propios privilegios y leyes, sus propios parlamentos, muy al pesar de los afrancesados.

Felipe V intentó unificar el gobierno – centralizarlo mejor dicho. Se vengó de las regiones que habían apoyado a los austriacos para el trono monárquico durante la Guerra de sucesión. En 1707, la corona en Castilla elimina los privilegios y la independencia de Aragón con los decretos de Nueva Plana (Se cargan a Aragón, Cataluña y Valencia) por haber sido más inteligentes y apoyado a los hapsburgos. Ahora los territorios aragoneses estarían sometidos a las leyes mesetarias de una decadente Castilla. Se legaliza el “castellano” como el idioma oficial en todos los procedimientos legales del país.

En fin, que a pesar de que los borbones convocaban mucho menos a los parlamentos en comparación con los hapsburgos, las ideas liberales en España NO se desconocían. En la segunda mitad del siglo XVIII, varias asociaciones liberales en lo económico fueron inscritas en España, y éstas pedian reformas económicas a niveles locales y nacionales del gobierno español. El sistema fiscal español fue analizado, por ejemplo, por el gran valenciano liberal León de Arroyal – no se pierdan tampoco este gran artículo interesantísimo sobre la Ilustración valenciana. Los valencianos deben sentirse orgullosos de ese legado progresista (en el buen sentido de la palabra) y liberal. Para Arroyal, como buen liberal, el “estado ideal” era aquél en el que cada “persona contribuya a los gastos en proporción a los beneficios del fondo común”.

Economistas españoles como el héroe Pedro Rodríguez de Campomanes, que favoreció la expulsión de los liberticidas jesuitas y la desamortización de sus bienes (ohhhh, ¡¡¡qué peligroso “rojo” era Campomanes!!!) y el otro héroe liberal Jovellanos argumentaron que se debía modernizar/liberalizar las leyes de la propiedad para generar más prosperidad en la agricultura española.

Hay más. Hay más, señores. AÑOS antes que Adam Smith publicara su libro más famoso sobre el capital, PABLO DE OLAVIDE, tristemente condenado por la liberticida inquisición católica española, escribió en 1775 que el trigo, mientras estuviera disponible en España, puede ser caro, pero atrairía más mercado y competencia, reduciendo sus precios. El mercado del trigo fue liberalizado inmediatamente después en España.

Unos años después, Carlos III contaba con un gabinete de gobierno bastante liberal , liderado por el famoso Conde de Floridablanca. Este gabinete adoptó varias reformas económicas liberales, entre ellas, la ley de comercio libre española de 1778. Esta ley redujo las barreras al comercio dentro del imperio español y el comercio creció durante las próximas décadas en las Américas, por suerte.

Yo no pretendo decir con esto que España estaba llena de liberales ni mucho menos que fuera un paraíso liberal. Simplemente intento demostrar que el liberalismo económico se manifestó en España y contaba con cierto apoyo de la gente educada y del gobierno ANTES que estallara la guerra de independencia en EEUU o que se iniciara la Revolución francesa y también antes del libro de Adam Smith.

En la próxima entrada, hablaremos sobre el liberalismo político en España. Esta entrada se ha limitado a dar una idea del liberalismo económico, pero lo cierto es que también había un liberalismo político.

 

Gracias por vuestro tiempo.

 


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