A menudo en reuniones de amigos lectores discurseamos sobre si es mejor el papel o el soporte digital. Razones de peso nos avalan a unos y otros en la preferencia: que si el placer del tacto y olor del papel, que si la limpieza y ausencia de peso en el e-book; que si la posibilidad de ir hojeando hacia adelante o hacia atrás en el soporte tradicional, que si la rapidez en la búsqueda del nombre odel dato exacto y concreto que facilitan los e-readers; que si la posibilidad de subrayar y de escribir sobre las hojas de papel del libro encuadernado, que si la facilidad de subrayar y de consultar al instante significados en el libro electrónico; que si patatín, que si patatán... Está claro que uno y otro soporte tienen ventajas e inconvenientes.
En mi opinión el problema por el que pasan los libros hoy no radica en el soporte utilizado para llegar al lector. El problema estriba en la facilidad de la reproducción digital frente a la impresa lo que deriva en una análoga facilidad difusora de la primera que rompe los diques de contención y control económicos habituales en poder de autores y editoriales. ¡He ahí la cuestión! Ante esto, y como se preguntaba el filósofo, "quoi faire?". Pues ahí estamos aún. Sociedades más avanzadas que la nuestra (aunque no tanto) en cuestiones éticas y de derecho solucionan el problema a través de la conciencia de los propios consumidores del producto. Son éstos quienes optan por reconducir el asunto decidiendo en su gran mayoría pagar un precio por ese producto que desean consumir y que ha sido creado por alguien con esfuerzo y trabajo. Sus convicciones morales les llevan a defender un precio justo por aquello que adquieren y, sin problema alguno, pagan por lo que consumen. En el fondo no hacen otra cosa que repetir lo que durante muchos años han hecho cuando compran el periódico tomándolo de esos montones que están en las calles sin vigilancia alguna y dejan las monedas correspondientes en la alcancía anexa.Sin embargo entre nosotros, -¡es mi opinión, claro, y puedo estar equivocado!-, sin obviar que va creciendo la conciencia del pago-por-lo-que-consumo, es costumbre extendidísima "bajárselos de internet", eufemismo que no quiere decir otra cosa que adquirirlos sin pagar precio alguno, o sea, practicando el "pirateo". Todos tenemos en nuestros ordenadores algún que otro e-book no pagado. Mi pregunta es: ¿por qué si se ama la literatura y se desea que la creación no decaiga se corta la hierba bajo los pies de los escritores leyendo y disfrutando sus producciones sin compensarles por su esfuerzo? ¿Cómo nos podemos atrever a impartir lecciones de ética y de comportamiento cívico con actuaciones semejantes? No encuentro explicaciones válidas a esto, pero voy a intentar reflexionar al respecto.
En una ocasión reprendí a un internauta anónimo por difundir direcciones de internet donde se podían descargar libros recientes sin pagar un ochavo. No puedo reproducir aquí los improperios que recibí como respuesta a mi comentario. Lo único no insultante que se me dijo fue que las editoriales se forraban con la venta de libros. Pienso que el que una empresa tenga ingresos con los que entre otras cosas pagan a los autores y a los trabajadores de la misma es necesario pues de lo contrario la editorial desaparecería y ningún escritor se pondría a trabajar en algo que no le sirviera para comer.También se oye con frecuencia que la 'cultura debe ser gratuita', o sea que yo, el lector, debo disfrutar de tu esfuerzo, oh escritor, pero no pienso darte un duro por ello. ¿Quién me lo dará entonces? –se pregunta el autor-. Y yo, el lector, entro en un mutismo total como si ello no fuese conmigo. La pregunta queda en el aire y nada ni nadie recoge el guante. Ante tal vacío algún amante de la lectura, pero no de su creación desde luego, decide hacer un regalo a la humanidad colocando en el ciberespacio títulos y más títulos que no serán pagados a sus autores aunque sí consumidos por un público lector al que poco le preocupan los problemas vitales de aquéllos. ¡Una gran aportación a la cultura desde luego!¿Hay alguna solución a lo dicho hasta aquí?Creo que sí. En mi opinión habría que actuar en varios frentes a la vez:
- Una clara y decidida actuación de las autoridades a fin de prohibir, perseguir y sancionar las paginas ilegales de descarga de obras con derechos de autor.
- Poner un justo precio a los libros cualquiera que sea el soporte utilizado para llegar al consumidor. Esta actuación sería no menos importante que la anterior.
- Necesidad de que exista una motivadora diferencia de precio entre el papel y el digital para matar el deseo de ahorrarse un buen dinero que se mete a veces en la cabeza del consumidor.
- Compra de libros actuales en papel por parte de las bibliotecas que inhiban el deseo de piratear por la imposibilidad de leer el volumen en papel debido a su alto precio.
- Fomentar el préstamo bibliotecario de ebooks para aquellos lectores habituados ya a leer en soporte digital.
Creo que las actuaciones anteriores unidas a una cada vez mayor conciencia de que el trabajo debe ser debidamente remunerado pondrían las bases para acabar con esta esclavitud del siglo XXI consistente en el tú trabajas gratis para mí y yo, además, me jacto de ello