Lucena, sin duda por su ADN judío, es tierra de emprendedores. Lejos quedan, aunque hoy aún resisten, ceramistas y artesanos del bronce que le dieron antaño prestigio y fama, al igual que sus bodegas y almazaras, cunas de excelentes aceites y vinos y sabrosas combinaciones culinarias. El campo, sacrificado a la economía fácil y rápida, cedió como forma de vida y sustento al empuje de la burbuja mobiliaria que hizo de Lucena referente nacional e internacional de la madera. Atrás quedó el sueño de amueblar Andalucía, España y Europa, ganó Ikea. El pinchazo del mueble ha supuesto comprobar que las burbujas son efímeras hasta para un pueblo que apenas sabía qué era el paro. Como tributo a su época dorada, se ha creado un museo de la madera bajo la posadera de la silla más grande del mundo. Se sube por escala o ascensor, ahí es nada.
La silla más grande del mundo. Foto: Verónica Barcina
Dos días dan para mucho y bueno en Lucena. Es el tiempo que ha estado Pau antes de partir para otras tierras cercanas. Se verá en los enlaces que Lucena da para muchísimo más, sin prisas o con ellas, es cuestión de leer y priorizar.
Bien aprovechados, sin duda, esos dos días, y deseando conocer ya ese próximo destino cercano… Os adelanto que, en mi opinión, se trata de una de las ciudades más bonitas del mundo. Ahí es nada. Y aprovecho para recomendaros que visitéis el otro blog de Verónica, ‘Gotas de tiempo’, donde también encontraréis la crónica de la estancia del libro viajero en Lucena.
Una última cosa, que Verónica ya cita en su crónica: El viaje de Pau está a la venta en Lucena, en la histórica librería Juan de Mairena.