La fecundación in vitro genera una cantidad de embriones de los cuales solo unos cuantos son seleccionados para implantar en el útero de la mujer, que busca quedar embarazada. ¿Qué pasa con el resto de los embriones? Al final del proceso, los embriones sobrantes son congelados y la pareja tiene la potestad para decidir qué hacer con ellos: entregarlos para implantarlos en otra mujer que los lleve a término, ponerlos al servicio de la investigación científica o desecharlos.
Se estima que sólo en Estados Unidos hay unos 500.000 embriones en lo que llaman "almacenamiento criogénico" o sea, congelados. En España, no tenemos datos, podrían ser más de 50.000 fácilmente. Apenas 2% de estos han sido utilizados en otros tratamientos de fertilidad. El excedente está en un tanque de nitrógeno líquido a muy bajas temperaturas, esperando que alguien se acuerde de ellos.
Se encuentran en una muy situación. En realidad se encuentran en un estado de perfecto abandono. Y ninguna solución es buena. Según una ética utilitarista, podrían cederse a la investigación científica, pero esto no es acorde con la dignidad de la persona humana. Darlos en adopción, como a los niños ya nacidos, no deja de ser una solución teórica, nada real, pues ya me dirán quién está dispuesto a adoptar embriones que han sido desechados, después de haber pasado una larga temporada en una tanque de crioconservación. En realidad, lo único que cabe hacer es cambiar la legislación, para no producir ningún embrión más de los que se van a implantar.
Esto parece una cortapisa a la ciencia, pero en realidad no lo es. Pues en medicina y en biotecnología hay límites que dignifican a la propia investigación