Quedan en la península Ibérica solo dos poblaciones de lince ibérico y están aisladas: una es la de Sierra Morena, con 172 ejemplares, y la otra la de Doñana, con 73, según el censo de 2010 y los expertos en este animal. Sin embargo, en el pasado este felino estaba ampliamente distribuido en el territorio, hasta hace un siglo, y la decadencia poblacional ha sido especialmente dramática en los últimos 50 años. La fragmentación de los hábitats del lince en un territorio cada vez más urbanizado y la escasez de su alimento favorito, el conejo, son factores determinantes. Además, por supuesto, la caza -incluso furtiva en años recientes- ha hecho mucho daño. Pero el problema de la variabilidad genética se ha tomado tan en serio como para llevar algún ejemplar de Sierra Morena a Doñana e intentar aliviar así la escasa riqueza de genes diferentes.