Revista Salud y Bienestar
Hace algunos años, mientras pelaba una pera para tomarla de postre, descubrí cómo un gusano había llegado a la fruta antes que yo, pudriendo su interior y dejándolo de un intenso color negro.
Por aquel entonces, los lectores de este blog eran en su mayoría estudiantes de Medicina, a los que les gustaba mucho una sección en la que yo solía explicar Fisiopatología en términos sencillos y utilizando ejemplos de la vida cotidiana.
Al ver las zonas negras del interior de mi pera, decidí hacerle una foto para ilustrar la historia natural de un melanoma que no se trata y que avanza por el interior del cuerpo dejando a su paso manchas de color negro. La actualización que escribí satisfizo las expectativas de los estudiantes de Medicina que la leyeron y pasó a formar parte del archivo de este blog.
El tiempo pasó y, un año después de haber publicado la metáfora de la pera y el melanoma, recibí un aviso: alguien había dejado una firma en ella. Acudí a leer el comentario de esa persona, que decía así:
"Me parece de muy mal gusto tu metáfora, tío. Mi hermana esta pasando por un episodio de melanoma y lo esta pasando fatal por culpa de tu desagradable descripción. Ten cuidado con los sentimientos de las personas".
Conforme fui leyendo estas palabras me fui poniendo blanco poco a poco: hasta ese momento no había sido consciente del daño que la descripción del melanoma que yo había escrito inocentemente podía estar haciendo. Pensé en cómo habría relacionado yo si tuviera un melanoma y hubiera visto una foto como ésa: me habría vuelto loco.
Podría defenderme diciendo que el texto había sido escrito para estudiantes de Medicina y no para pacientes; pero ya era demasiado tarde porque el daño estaba hecho. Para colmo, no tenía forma de ponerme en contacto con la persona a la que le había hecho tanto daño sin querer, para pedirle perdón y consolarla diciéndole que, afortunadamente, la detección precoz de los melanomas ha hecho que mejore su pronóstico.
Hace un par de meses, en la reunión virtual de sanitarios que se efectúa todos los martes por la tarde (en el canal de Twitter #hcsmeuES), Irene Tato (@itato) me decía que los pacientes siempre tienen derecho a tener toda la información sobre su enfermedad si así lo desean, en medio de una conversación referida a las comunidades de pacientes que en los últimos años se han creado gracias a Internet.
En este aspecto, yo discrepé con ella. Si por un lado es innegable que las comunidades de pacientes hacen un gran bien a muchos enfermos y que han permitido que ellos y sus familiares tengan acceso sencillo y gratuito a gran cantidad de información útil, a mí me da miedo que los enfermos en estadios precoces de enfermedades graves e incurables descubran de forma brusca qué les puede deparar el futuro al compararse con enfermos que están en estadios más avanzados de su misma enfermedad.
No os equivoquéis; apoyo completamente a las comunidades virtuales de enfermos porque proporcionan muchas más ventajas que problemas; pero, por mi propia experiencia, creo que es conveniente recordar que la información médica que proporciona Internet puede hacer mucho daño si se dosifica inadecuadamente; por lo que pienso que la forma en la que se da la información en Internet será otra de las asignaturas que el día de mañana los sanitarios tendremos que afrontar.