Revista Cultura y Ocio
Scorsese dando indicaciónes a DiCaprio y Margot Robbie
Martin Scorsese (1942) nos tiene acostumbrados a películas en donde los rasgos principales de la condición humana afloran en personajes de profundo realismo. Su última película El Lobo de Wall Street, nominada al Oscar como mejor película, nos muestra una radiografía de la codicia y la ambición en un mundo enajenado por el dinero y el poder. Si en ocasiones anteriores, Scorsese nos mostró personajes redondos que exhibían características semejantes a Jordan Belfort, como Toro Salvaje con su antihéroe el boxeador Jack La Motta o El Aviador, con la biografía del magnate Howard Hughes condenado al presidio inexorable de su locura, es en El Lobo de Wall Street donde consigue plasmar su criatura excepcionalmente. Buena parte del éxito de esta obra, recae en los hombros de un magistral Leonardo DiCaprio encarnando a Jordan Belfort, trasunto de un corredor de bolsa y timador encarcelado por fraude.
Sin recurrir a orgias de violencia y sangre como en Gangs of New York o la surrealista Taxi Driver, Scorsese se convierte en biógrafo de Belfort quien cuanta primera persona su vida a través de flashbacks o analepsis, que nos llevan al germen de la historia de este depredador de las finanzas. Belfort ha hecho de Wall Street su feudo, consumiendo una cantidad de drogas que bien podrían «sedar Long Island Manhattan y Queens durante un mes». En su cumbre interpretativa, DiCaprio logra mostrar una auténtica imagen de un hombre poseso bajo el influjo del poder: dinero, viajes, yates, drogas, mujeres, trajes y joyas que son galaxias que llevan al agujero negro de un estrepitoso fracaso personal. En este sentido, el actor nominado al Oscar, que perfectamente podría ganar en franca lid con su partner Matthew McConaughey, quien lo introduce al ideario filosófico de un buen corredor de bolsa: llevarse el dinero del bolsillo de los inversionistas enajenados por la ambición. DiCaprio muestra las facetas más desopilantes de un hombre enceguecido por el poder, que lo lleva a traicionar a su esposa por una rubia despampanante, conducir ebrio un helicóptero hasta el jardín de su mansión, para luego intentar sobornar a los agentes de FBI.
DiCaprio consigue una brillante actuación demostrando su versatilidad y humor negro
Durante una correría con píldoras, mientras intenta arreglar el lio de ocultar varios millones de dólares en una cuenta fantasma en Suiza, Belfort llega al límite y se arrastra por el suelo del club hasta llegar a su auto deportivo que cree conducir “milagrosamente” hasta su mansión. La escena en que salva a su amigo que arrastra palabras ininteligibles por teléfono con su banquero suizo, para luego atragantarse de jamón hasta la asfixia, es de verdadera antología. De nuevo el actor de ascendencia italiana, nos demuestra como un gran intérprete puede mostrarnos durante tres horas, de lo que es capaz de hacer un lobo obsesionado con sus presas. Con El Lobo de Wall Street, Scorsese nos deleita con una comedia negra llena de perversión, sexo, drogas y obsesión por el dinero.