¿Puede alguien creer que los problemas de la humanidad (que quince mil niños mueran de hambre al día o haya guerras, por ejemplo), o que los problemas de los países más “avanzados” (la desigualdad injustificable o la esclavitud al trabajo y al consumo, por ejemplo), o que los problemas de España (la corrupción o la especulación sin freno, por ejemplo) se deben a que hay en la Educación un déficit de formación científico-técnica y un exceso de educación humanística y de reflexión filosófica y ética? Sí, puede alguien. Para empezar, los líderes mundiales. Después, los líderes europeos. Y, por supuesto, los líderes españoles. Detrás de ellos, con toda seguridad, la masa reflexiva que constituye el cuerpo de nuestras democracias. En la educación española sobran, según la futura ley de Educación, LOMCE, reflexión filosófica y ética, educación musical y artística en general, educación humanística..., y falta ingeniería (bueno, y catequesis también). Si aumentamos la instrucción científico-técnica, ya sí que todo se arreglará, todo irá bien, muy bien…
Algo tan grotesco, que no merecería siquiera el aliento que se invierte en refutarlo, es real, sí, es el espíritu de nuestro tiempo. Estamos en crisis, de eso no hay duda. Y los profesores de Filosofía, por cierto, no somos meras víctimas.