Revista Cultura y Ocio

El lugar en el que los extremos se tocan

Publicado el 22 diciembre 2017 por Pnyxis @Pnyxis

Como viene siendo habitual en este blog por estas fechas, aquí te dejo un texto sobre la Navidad, querido lector. Y como hace tiempo que no hablo de Chesterton y como además tiene textos magníficos sobre esta época del año, qué menos que compartir contigo uno que todavía no había dejado por aquí. Este fragmento pertenece a El hombre eterno, el primer libro suyo que leí y que cambió mi forma de ver muchas cosas. Pero eso ya es otra historia.

El lugar en el que los extremos se tocan

Otros textos sobre la Navidad publicados en el blog:

"Cualquier agnóstico o ateo que en su niñez haya conocido la auténtica Navidad tendrá siempre, le guste o no, una asociación en su mente entre dos ideas que la mayoría de la humanidad considera muy lejanas entre sí: la idea de un recién nacido y la idea de una fuerza desconocida que sostiene las estrellas. [...] Para esta persona, la sencilla imagen de una madre y un niño tendrá siempre sabor religioso, y a la sola mención del terrible nombre de Dios asociará en seguida los rasgos de la misericordia y la ternura. Pero las dos ideas no están natural o necesariamente combinadas para un griego antiguo o un oriental, como el mismo Aristóteles o Confucio. [...] Ha sido creado en nuestras mentes por la Navidad porque somos cristianos, aunque sólo sea psicológicamente y no en un plano teológico. En otras palabras, esta combinación de ideas, en frase muy discutida, ha alterado la naturaleza humana. Realmente hay una diferencia entre el hombre que la conoce o no. [...] Es un hecho patente acerca del cruce de dos luces particulares, la conjunción de dos estrellas en nuestro horóscopo particular: la omnipotencia y la indefensión, la divinidad y la infancia, forman definitivamente una especie de epigrama que un millón de repeticiones no podrán convertir en un tópico. No es descabellado llamarlo único. Belén es, definitivamente, un lugar donde los extremos se tocan".

G.K.Chesterton, El hombre eterno, cap.10


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