El empate sin goles entre la Argentina y Brasil dejó una perlita que hubiera pasado a la historia si el palo derecho no se hubiera entrometido en el camino de la pelota. Leandro Damiao, habilidoso artillero del Inter de Porto Alegre, embelleció un flojo partido con una sublime finta: encaró a Emiliano Papa, lo ridiculizó con una preciosa bicicleta y definió por encima de Orión. El hierro derecho jugó a favor de la Selección local e impidió el antológico gol de un delantero que atrae los ojos de grandes equipos europeos.