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El mago del suspense… en el western: Tras la pista de los asesinos (Seven Men from Now, Budd Boetticher, 1956)

Publicado el 14 diciembre 2020 por 39escalones

El mago del suspense… en el western: Tras la pista de los asesinos (Seven Men from Now, Budd Boetticher, 1956)

Primero de la serie de siete westerns, casi todos excepcionales, en particular los escritos por el futuro director Burt Kennedy, protagonizados por Randolph Scott a las órdenes de Budd Boetticher, Seven Men from Now traza magistralmente las líneas básicas para el resto de estas producciones del Oeste dirigidas por Boetticher entre 1956 y 1960, todas modestas, todas muy breves, todas (a priori) voluntariamente insertas en la llamada serie B, y que giran en torno a la venganza como tema central. Las señas de identidad de estas películas son su situación en espacios abiertos (a menudo con coincidencia geográfica) o en pequeñas construcciones en las que el entorno provoca una sensación de claustrofobia (ciudades y pueblos pequeños, apeaderos ferroviarios, estaciones de diligencia o de correo), el protagonismo de un pequeño número de personajes con intenciones opuestas (organizar un robo, huir con un dinero, escapar de la justicia, vengar una muerte) divididos en distintos grupos enfrentados u obligados a colaborar frente a adversidades superiores antes de dirimir sus diferencias, la existencia de amenazas externas ajenas a la trama principal (ya sean las inclemencias del tiempo, ya las revueltas apaches) que comprimen la acción, la inversión del estrecho presupuesto en aquellos aspectos clave para el desarrollo de buenas películas con fondos reducidos (primordialmente el guión y la fotografía, en este caso a manos de William H. Clothier y en otras ocasiones dirigida por Charles Lawton Jr. o Lucien Ballard) y una eficiencia de recursos cinematográficos que permite elevar al máximo la economía narrativa, reduciendo tramas complejas repletas de matices y recovecos psicológicos a duraciones que apenas llegan a los ochenta minutos y a veces quedan bastante por debajo.

El mago del suspense… en el western: Tras la pista de los asesinos (Seven Men from Now, Budd Boetticher, 1956)

Esa economía se cimenta en el planteamiento del filme, siempre conciso y directo, y en la inteligente diseminación de la información requerida para la construcción de la historia (y para la información del espectador) que se nutre principalmente del suspense como elemento vertebrador. En este caso, nada más finalizar los créditos, un hombre irrumpe de espaldas en el encuadre que muestra un exterior nocturno en el que llueve a mares. Sigilosamente, busca el pequeño campamento de una pareja de pistoleros que se calienta ante una pequeña fogata. Se une a ellos y toman juntos una taza de café, pero la desconfianza no tarda en surgir, y se sabe que los tres provienen del mismo lugar, una pequeña ciudad donde siete hombres han cometido un robo durante el cual ha muerto al menos una persona. Entonces se producen los primeros disparos, y arranca la acción. Sabiamente dirigido por Boetticher y soberbiamente escrito por Kennedy, la trama desgrana toda su complejidad en pequeñas dosis. Ben Stride (Scott) se une a un matrimonio (Walter Reed y Gail Russell) que va camino de California con todas sus pertenencias en un carromato. De paso que les ayuda ante las contingencias del viaje y comparte con ellos la amenaza latente del enésimo levantamiento de los apaches chiricahuas contra la caballería (pequeño cameo del entonces joven Stuart Whitman), la ruta que siguen, hacia un lugar llamado Flora Vista, es la misma que puede conducirle a los ladrones del botín de la Wells Fargo, 20000 dólares en oro. Durante el camino se les une otro par de pistoleros, conocidos de Stride, con intenciones poco claras, Masters (un fenomenal Lee Marvin) y Clete (Donald Perry), sobre los que se monta la duplicidad de la que se nutre buena parte del suspense de la historia. Así, mientras el quinteto sortea dificultades, se enfrenta con los indios y sigue la pista de unos ladrones y asesinos, el guión va revelando poco a poco las motivaciones de los Greer, el matrimonio de colonos, de Stride para buscar a los asesinos y de Masters y Clete para haberse unido al grupo, en un uso creciente del suspense y en un progreso continuo de la acción que va dando respuestas a la vez que formula nuevas preguntas que dirigen el drama hacia la eclosión final, cuando el gran secreto de la historia se pone por fin de manifiesto y todas las cartas boca arriba.

La redención, el sacrificio, la integridad moral, la traición y la supervivencia son los temas que baraja el filme y que se harán extensivos al resto de la serie, con una concepción imaginativa de las secuencias de acción y elocuentes paréntesis dramáticos de diálogos secos y agudos, siempre escuetos y reveladores, ya de información importante para seguir el argumento, ya de la psicología que explica las motivaciones de sus personajes, sus decisiones o sus cambios de criterio. Como es propio del género, igualmente se ofrece una interpretación concreta de las relaciones entre justicia y venganza, conceptos no siempre coincidentes pero tampoco necesariamente siempre opuestos, y una visión historicista de la construcción del Oeste en función de la sustitución de la ley del más fuerte por la ley promulgada por los parlamentos y las autoridades y defendida por sus brazos armados, es decir, sobre la creación de un monopolio de la violencia, se entiende que justificada. El axioma hawksiano de poner a un reducido grupo de personas ante una situación límite y explotar dramáticamente las relaciones entre ellos vuelve a servir aquí de sobrada motivación para construir una historia enrevesada en la que tanto o más importante que la acción y el diálogo es la decodificación del lenguaje visual implícito; por ejemplo, en el primer encuentro entre Stride y dos de los pistoleros, cuando Randolph Scott cambia de mano de manera sutil pero elocuente la taza de café, dejando así libre la mano con que usa el revólver y la dirección de las miradas de los tres personajes en los encuadres de esa secuencia; lo mismo, el momento en que los Greer tienen conocimiento de que Stride desempeñó una vez el oficio de sheriff; del mismo modo, en la conclusión, cuando Annie Greer ordena al mozo que descargue su equipaje de la diligencia, con esa toma que aleja la cámara de la parte posterior de la diligencia todavía quieta, mientras Annie manifiesta sus intenciones.

El mago del suspense… en el western: Tras la pista de los asesinos (Seven Men from Now, Budd Boetticher, 1956)

Mención aparte merece el personaje de Masters que caracteriza Lee Marvin con su excepcional manera de interpretar villanos con un componente de valor, carisma, humor y atractivo, e inevitablemente turbios. Su personaje resume todas las posturas morales del argumento, lo que hace que en distintos momentos pueda ser el ángel salvador de la vida de Stride y poco más tarde su principal antagonista. Y es que la ironía es el sentido final y último de la historia, puesto que, como en la vida, ninguno de los personajes gana, pero todos ellos, en mayor o menor medida, son perdedores.


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