Hace unos días un conocido colocó en Google+ una publicación que decía que un estudio afirma que la gente inteligente es menos propensa a creer en Dios, la verdad por muy científico que sea, lo hizo como una provocación a los creyentes y siendo franco, como silogismo no sirve, porque también quien lo coloca no es creyente y tampoco es muy brillante (siendo diplomático para decirlo).
Creo que las discusiones entre creyentes y ateos no tienen cabida, son dos grupos que no se entienden, ni si quiera yo se donde puedo estar hay momentos en que tengo fe y otras en que no creo en nada.
El tiempo me ha ido mostrando que es mucho más fácil ser ateo que creyente... no sólo porque la sensación de vacío que nos deja el estar en el incomprendido momento de la formación de la vida, y del momento en que nuestra memoria fue utilizada para recordar cosas que permitieron crear y disfrutar de más cosas que lo que la necesidad de alimentarnos nos brindaba, no nos hemos podido conformar con esa coincidencia que nos tiene anclados al planeta... Dios ha sido nuestro inexplicable mundo oscuro, en él hemos depositado lo que anhelamos, nuestros miedos y nuestras gracias.
Por lo mismo en la Edad Media fue un mayor momento de crecimiento de la fe, mientras la vida y los caminos habían sido inundado por los miedos, la gran salvación de los hombres estaba en ser fieles. Por lo mismo las familias tenían que cumplir con los deberes sagrados que la iglesia colocaba. En esa instancia se encontraban Töre (Max Von Sidow)y Märeta (Birgitta Valberg) una familiar rural del medioevo, que tenía el deber de enviar a su joven y virginal hija Karin (Birgitta Pettersson) hasta la iglesia a dejar unos cirios como es el ritual ancestral, El mejor traje cocido por otras doncellas, el caballo preparado y la hermosa sonrisa de la joven. Con toda su inocencia y su despertar en un mismo viaje llena del orgullo de ser la elegida.
Para el camino le acompaña una sierva llamada Ingeri (Gunnel Lindblom) una mujer embarazada, que representa todo lo contrario de Karin, incluso aún le rinde culto a Odín. Ambas van camino a la iglesia, pero el bosque es peligroso e Ingeri prefiere dejar sóla por el camino a Karin. La joven sin miedo en el interior del bosque se encuentra con tres vagabundos que caminan por el sector. Con la candidez de su rostro decide comer con ellos sin pensar que en ese acto le espera otro destino, completamente distinto al que lo que creemos como bueno existe. Pero aunque algunos no lo entiendan la justicia parece existir, o al menos la tratamos de interpretar de formas que nos dejen tranquilo. La muerte de los asesinos para algunos es un consuelo, acabar con la rabia es más ràpido que terminar la pena. Generalmente la justicia ataca más a la ira que a la razón... tal vez uno de los problemas que actualmente creemos solucionar es el primero.
La muerte de quienes amamos en causas trágicas, muchas veces nos comienza a rebelar contra lo que creemos que es bueno. ¿Cómo se puede permitir Dios traer la muerte?, ¿cómo podemos entender lo que el destino nos coloca en cada momento?, como entender los signos que la casualidad nos deja cosechar, son preguntas que constantemente Bergman nos deja en su frugal historia. Siempre hemos tenido el don destructor de acabar con lo bello y lo justo. Mientras los ríos fluyen intentando limpiar nuestra duda, a inundar los vacíos que nos deja esta aparente soledad, esa extraña fe, que algunos llaman corazonada que hace que las cosas tomen vida y florezcan, así la muerte deja de convertirse en la aniquilación de lo vivo y se vuelve en el cambio de idioma, en polvo que se esparce por quienes estamos aún viviendo esperando una respuesta del motivo verdadero que nos puso en este lugar que por ahora sigo disfrutando.
Saludos a todos
Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Jungfrukällan en Wikipedia
4.- Primeras escenas