LA PUNTUALIDAD SÓLO ES SATISFACTORIA SI YA HAY ALGUIEN ALLÍ PARA APRECIARLA
El sol saldrá a las 5,53h. y se pondrá a las 18h.
El ser humano siempre ha procurado hacerse una idea del mundo en el que habita y, como consecuencia de ello, ha elaborado la cartografía de sus viajes. Fue el griego Hekataios quien hace 2500 años reprodujo el contorno del mar Mediterráneo. De la misma forma que el egipcio Eratóstenes, Bibliotecario Mayor de Alejandría, calculó la longitud del meridiano terrestre y que después fue afinada por Ptolomeo. Pero llegado el año 1569, Mercator (inventor de la palabra “atlas”) logró, por fin, realizar una proyección -que lleva su nombre- de toda la tierra.
En este planisferio nos hemos educado y con él nos hemos hecho una idea del mundo. Lo cierto es que presenta una visión muy eurocentrista de la corteza terrestre sobrevalorando las regiones que, situadas al norte del ecuador, son precisamente las prósperas Europa y Estados Unidos. De esta forma, el viejo continente aparece más grande que América Latina a pesar de ser ésta dos veces mayor. Lo mismo ocurre con Rusia, que aparece mayor que África o con una Groenlandia supuestamente mayor que Ámerica del Sur.
No fue hasta que el historiador alemán Arno Peters se ocupara en representar exactamente la superficie de planeta ocupado por cada país y realizar posteriormente comprovaciones válidas del espacio que representaban en el mapa, que se obtuvo un planisferio fiel de la cartografía de la Tierra.
En el mapa de Arno Peters se observa cómo los países del Tercer Mundo ocupan superficies enormes en comparación con los más desarrollados. Ello invita a reflexionar sobre qué tipo de mundo nos hemos fabricado y a qué escala nos hemos situado en él. Los cartógrafos, a su vez, conocen de sobra estos problemas, pero se prestan a la manipulación y al consentimiento de lo formalmente establecido.